Recomiendo la lectura del libro de Mark E. Bonds, La música como pensamiento. El público y la música instrumental en la época de Beethoven (Acantilado 2014; original de 2006). A partir de ideas de este libro (reseña), escribo las siguientes reflexiones.
Una vigencia en relación a la música “clásica” es la de considerar como géneros mayores de la misma a la sinfonía y a la ópera. La sinfonía en el apartado de música instrumental y la ópera en el vocal. Ciertamente esta distinción entre música instrumental y vocal no es muy nítida a veces. Hay sinfonías con partes de coro y hay partes sinfónicas en las óperas: oberturas, piezas para ballet, que se han convertido en piezas de repertorio de conciertos sinfónicos.
¿Por qué esta consideración tan alta, en concreto, de la sinfonía?
Algunos elementos básicos de la música
Altura técnica. La sinfonía parece ser una forma musical mayor por su duración, número de instrumentos, complejidad interna… Parece requerir una maestría del oficio por parte del compositor, una madurez artística peculiar. Es una obra de envergadura. Ya en Mozart y Haydn, las sinfonías empiezan a ser obras mayores, aunque esta altura la alcanza de manera definitiva con Beethoven. Bonds estudia bien la importancia de la sinfonía en tiempos de este compositor. (La historia de este vasto tema es amplísima).
Pero otros géneros también requieren esta altura técnica: cuartetos, música para instrumento
solista… E incluso en piezas sencillas, la maestría técnica, no siendo muy visible, está ahí (si lo intentamos muchos nos sale lo que nos sale). Por lo visto, le preguntaron a Picasso cuánto tiempo le costaba pintar un cuadro (un cuadro “menor”). Y él respondió con inteligencia: “cuarenta años”. Aunque lo hiciese en dos horas, la maestría requerida, el hábito, exigía una madurez, un saber hacer que se va logrando con el tiempo. El caso de un Mozart niño buen compositor es una excepción.
Aunque es verdad que en una simple canción puede estar sintetizada toda la sabiduría de un gran músico, la complejidad objetiva de lo que hoy se entiende por sinfonía, requiere de una
intención mayor.
Melodía. La fama de la sinfonía viene dada no solo por la altura técnica que desarrolla. Todos conocemos (y todos es, en contadas excepciones, un porcentaje altísimo de la humanidad) algunos temas de sinfonías de Beethoven, de Mozart, de Tchaikovski… ¿Qué es lo que es tan famoso? Las melodías, sobre todo, aquellas que se pueden cantar, silbar… El comienzo de la sinfonía 40 de Mozart, de la quinta de Beethoven; la oda a la alegría de la novena… Nos provoca un intenso placer volver a oírlas en directo. El placer del reconocimiento, de poder seguirla con la imaginación (o canturreando) se añade al placer de la escucha.
El elemento melódico parece destacar cuando hablamos de obras famosas, que gustan a muchos. Otras partes melódicas no son tan fáciles de tararear al margen de la escucha de la obra, pero son fragmentos muy reconocibles.
Lo mismo le pasa a la ópera. Gran parte de las melodías más famosas de la música “clásica” son de óperas. Y más allá de este tipo de música, muchas canciones de pop/rock, canciones tradicionales (populares, folklore); temas famosísimos de bandas sonoras de películas; a veces, incluso (en su brevedad) de anuncios publicitarios de televisión o radio.
Lo melódico estará presente en toda clase de música. Igual que en la sinfonía lo melódico está presente en los conciertos para instrumento y orquesta, en los poemas sinfónicos… (Hay contactos muy estrechos entre estos géneros musicales). Pero también está presente en la música de cámara para varios instrumentos o uno solo. Schubert y el quinteto “La trucha”, por ejemplo; el famosísimo adagio del cuarteto opus 11 de Barber (que se hizo famoso por separado), temas de obra para piano de Schumann, Chopin…Y muchos más. Lo melódico no es exclusivo de la sinfonía aunque haya ejemplos sobresalientes en ellas.
Estructura argumental. Ejemplo de gran sinfonía es, por ejemplo, cualquiera de las de Mahler. Aquí, las melodías famosas (cantables) ya no aparecen con claridad. También gusta Mahler aunque no sea tan popular. Cada sinfonía de este autor es un edificio gigante. La grandeza, la altura de miras que transmite… Cada sinfonía parece un mundo en sí mismo. Citas musicales de música popular, motivos que se repiten y se reconocen, desarrollo de temas… Todo ello transmite la idea de programa, de argumento, de narración… Será una historia que no podremos verbalizar. Pero es un argumento musical: hay un decurso, una estructura, una narración (musical).
La estructura argumental presente en la sinfonía, tampoco es un ingrediente exclusivo. La famosísima forma sonata (sea en una “Sonata” o estando en una obra con otro nombre pero con esa forma); la fuga, la variación…; tema A, tema B, tema A’… El compás, la forma binaria, ternaria… Todo ello habla de forma, estructura: muchas de ellas codificadas y reconocibles para un oído algo educado. Y todo ello está presente en toda realización musical.
Textura, timbre. Las diferentes texturas musicales: número de instrumentos, partes corales, presencia de los metales, mucha o poca percusión… por ejemplo. El timbre, la peculiar forma de sonar una nota según el instrumento que la emita. Que haya una obra para un instrumento solo, o para un conjunto de instrumentos de la misma familia (cuarteto de cuerda) dista mucho de la conjunción de instrumentos sonando a la vez que tienen diversos tipos de timbres (symphonia, polifonía). Todo un arte el de la orquestación. Todo un arte el de componer una obra para órgano con sus registros.
Armonía. Y además del timbre, de la modulación del sonido, está la conjunción de varias notas a la vez. La armonía, dimensión básica de la música polifónica. Muchas veces se afirma que el predominio alternativo de la melodía o de la armonía distingue las músicas.
Melodía, estructura, timbre, armonía. Elementos básicos y constitutivos de la música (no únicos, claro: sin ritmo no hay música). Elementos que en la sinfonía parecen darse en plenitud. ¿Es esa la razón de la afirmada superioridad de la sinfonía respecto a otras formas musicales?
Música instrumental, música vocal
Hay un “instrumento” peculiar: la voz que canta un texto (casi siempre que se canta, se canta un texto). La música vocal es extraordinariamente importante en la historia de la música. Es usual la división entre música instrumental y música vocal como las dos grandes realizaciones musicales. Se estableció un debate que hoy resulta curioso: cuál era más digna, más valiosa, si la vocal o la instrumental. Empezó a considerarse más prestigiosa la vocal: de hecho, fue el comienzo de la música, junto con los golpes rítmicos.
El canto dice un texto, un mensaje. El significado inteligible para la razón de ese texto queda manifiesto. Con limitaciones: música vocal con letra en otro idioma, polifonías complicadas que esconden la letra…
En el barroco se va extendiendo la música instrumental independizada de la música vocal y en el XVIII ya alcanza el prestigio mayor. Y volvemos a la sinfonía como gran ejemplo de la música. Rivaliza con la ópera que, claro está, incluye texto. Y texto teatralizado. Aquí, que sea en otro idioma no importa tanto: la teatralización ayuda a seguir el argumento (y si hay traducción simultánea mucho más).
El debate sobre la supuesta superioridad de una u otra, ¿de qué depende? ¿De la calidad musical? Parece que no. Parecen rivalizar en aquello que son capaces de transmitir: y no son las emociones (que las despiertan ambas) sino las ideas, el mensaje. Es el sentido, el significado transmitido, la razón de esa superioridad.
Continuaremos esta reflexión en una próxima entrada.