Esperando a Godot, de Samuel Beckett (Dublín 1906-París 1989) es una de las obras más famosas del teatro del siglo XX. Estrenada en París en 1953, es ya un clásico que se sigue representando. En España, en estos últimos años, dos versiones muy dignas de tener en cuenta. La dirigida por Alfredo Sanzol en la temporada 2012/2013 (con un cuaderno pedagógico recomendable); y la dirigida por Antonio Simón en la temporada 2019/2020.
Fábula sensata sobre la situación absurda del ser humano
Una obra en dos actos. Un páramo con un árbol, al atardecer. Dos personajes principales, Vladimir y Estragón, pasan el tiempo conversando a la espera de Godot. Por allí cruzan Pozzo y Lucky, estrafalarios personajes (uno es amo del otro). Y un quinto personaje, enviado por Godot para anunciar que no llega. Un segundo acto paralelo a este primero. El argumento es sencillo, incluso simple. Pero es una obra llena de dinamismo por las conversaciones, los movimientos. Pasan muchas cosas… y ninguna.
Esperando a Godot es una obra que fue englobada en el llamado “teatro del absurdo” y que junto a Rinoceronte de Ionesco presenta un claro carácter de fábula sobre la condición humana. Los comentarios sobre la obra de Beckett coinciden en afirmar que retrata al ser humano de la mitad del siglo XX en occidente, después de dos guerras mundiales y con una fuerte conciencia de crisis cultural. Las certidumbres pasadas ya no sostienen la visión del mundo y del ser humano, ya no orientan. Se expresa la falta de suelo, de fundamento, y se espera algo que no vendrá.
La obra siempre se ha interpretado como una fábula. Es, ella entera, una metáfora. Por lo tanto, habla de otra cosa a lo literal que se dice y se representa. Si eliminamos esta interpretación metafórica, la obra es absurda. No son creíbles los dos personajes principales, Vladimir y Estragón, esperando y esperando; menos creíble es que en esa situación se encuentren con los otros dos, Pozzo y Lucky en sus papeles de amo y esclavo/animal de tiro. Da la sensación constante de estar viendo algo circense. Si no aceptamos el carácter metafórico de la obra, la historia contada no tiene mucho sentido, no refleja el mundo real.
Pero si se lee como fábula es una obra llena de sentido que, tal vez, muestre el sinsentido de la vida humana actual. No es que la obra sea absurda, claro, es la situación del hombre actual la que sería absurda. Si nos quedamos en el sentido literal, hemos perdido el tiempo asistiendo a esta representación. Es lo que pensaron muchos tras el estreno. Ahora que admitimos que es una fábula, no ocurre lo mismo. De repente, le encontramos sentido a todo lo que pasa, vamos comprendiendo y pensando mientras vemos la obra.
Esta fábula de Beckett no pertenece al género fantástico o de lo maravilloso. Las obras de estos géneros nos hablan de un mundo donde rigen otras reglas, donde lo imposible en este mundo tiene lugar en el universo de ficción. Aunque el mundo de la fantasía puede ser una manera de hablar de nuestro mundo, lo hace de otra manera a estas fábulas humanas. En lo fantástico entramos en otro orden de realidad; aquí, con Esperando a Godot, estamos hablando de este mundo con las reglas de este mundo aunque literalmente no sea creíble lo que diga. Es la diferencia entre El señor de los anillos de Tolkien, por ejemplo, y esta obra que nos ocupa.
La interpretación tradicional de la obra
La interpretación tradicional de la obra todavía hoy vigente se podría sintetizar así.
- Vladimir y Estragón, los dos protagonistas, representan la humanidad occidental de la segunda mitad del siglo XX.
- Viven la pérdida de certezas tradicionales. La principal, la religiosa. Godot, sería símbolo de Dios.
- Aunque no se admita la interpretación religiosa de la obra teatral, la estructura metafórica que se admitiese podría ser parecida. Ya no hay certezas, no hay “grandes relatos” que doten de orientación básica a la existencia humana (Lyotard en su certera caracterización que realiza en La condición posmoderna de 1979).
- La vida humana es absurda porque no está englobada en un horizonte de sentido. Ese horizonte de sentido es algo necesario para vivir orientado y, a la vez, estuvo vigente aunque ahora ya no. Por eso se espera. Pero no llega.
- Viven también las injusticias, las estructuras de dominio injustas, simbolizadas por Pozzo y Lucky.
Esta tesis recordaría al aviso de Nietzsche sobre “la muerte de Dios” y que Heidegger explicó tan bien en su artículo de 1943. La problemática que plantea esta “muerte de Dios”, el nihilismo, es tema ya viejo, pero que hay que seguir afrontando.
Beckett hace referencia en la obra a Dios, a los dos ladrones crucificados al lado de Jesucristo, a la Biblia… pero creo que no pasan de ser referencias culturales propias de personas de la época. Creo que los diálogos de los personajes establecen esas dificultades racionales típicas pero que hablan de una cuestión existencial. El, en su día llamado “problema de Dios” (si existe o no y cómo eso afectaría a nuestra vida) no es un gran problema para los personajes.
Y, por otro lado, literalmente está dicho que Godot es alguien que tiene empleados (por lo menos los dos hermanos que aparecen en la obra) que cuidan ovejas; y a uno de ellos le pega. Godot es alguien que tiene que consultar una vaga súplica que le hicieron los protagonistas en el pasado. Aunque de hecho no le conocen. Todo es vago. No parece muy divino el personaje retratado como Godot (por mucho que se pueda traducir como “diosote”). Sin embargo, esperar la salvación sí es algo que claramente define la situación de los dos personajes principales, aunque no sepamos qué entienden por ella.
El tema de la salvación
ay un tema que sí sale varias veces y que queda dicho al final de la obra como he mencionado: si viene Godot, estaremos salvados. ¿Qué significa en esta obra “salvación”? Es un término básico de las religiones. ¿Está dicho aquí en sentido religioso? No se puede afirmar que sí de manera clara. También empleamos la palabra en sentido no religioso: alguien o algo desde fuera me ayuda a sortear un peligro físico o moral. En esas situaciones también decimos “me has salvado”.
La salvación sí es algo que anhelan ya que esperan la llegada salvadora de Godot. ¿Qué es esta salvación? ¿Riqueza? Los personajes están caracterizados por la pobreza. La salvación podría ser el facilitar una situación económica sin carencias graves. Tienen poca comida, ropas pobres, malos sitios para dormir…
¿Salvación del aburrimiento? Puede ser. Aburrimiento crónico al no encontrar nada interesante y tener sensación de vacío… Los protagonistas quieren llenar el tiempo porque no parecen saber qué hacer mientras esperan. La salvación será entonces encontrar algo interesante, que atraiga, que apasione.
Pero algo les importa: les importa la suerte de Lucky, el esclavo. Les importa también su compañía mutua, su amistad. Hay algo valioso por lo tanto: lo humano. Pero sin un quehacer por el que merezca luchar…
¿Fábula política?
Pozzo y Luaricaturas de personas. Uno, Pozzo, un déspota que trata al otro, Lucky, como un animal de tiro. Lucky, casi siempre callado, habla (el personaje es un ser humano, no es un humano que simbolice un animal). Y sí parece simbolizar a la humanidad entera ya que responde al principio tanto al nombre de Abel como al de Caín. Estragón lo dice: “la humanidad entera”. ¿Expresa Estragón con esta frase la visión de Beckett y del sentido de la obra? Si así fuese, la humanidad sería Lucky, aquel ser humano esclavizado, sombra de lo verdaderamente humano. Y en su monólogo trompicado estaría el único discurso lúcido de la obra, aunque es el discurso de un loco.
¿Es, por lo tanto, una fábula política? Estamos todos esclavizados menos unos pocos déspotas: hemos perdido la razón. Ese sería el gran signo de esta dejación de lo humano. Como mucho, esta humanidad que ha perdido su consistencia, encontraría su esperanza, sin saberlo, en el encuentro con otra humanidad posible, la representada por los complementarios Vladimir y Estragón y que esperan una salvación que, parece, nunca va a llegar. La salvación consistiría, por lo tanto, en recobrar la verdadera humanidad, lo cual es una certeza compartida por las distintas sabidurías, también las religiosas.
Los dos personajs principales, Vladimir y Estragón, son básicamente amigos. Se tienen el uno al otro, comparten la espera. ¿Representan también a la humanidad? Si la situación del ser humano es de esclavitud, Vladimir y Estragón podrían representar la otra cara de lo humano. Más sensata, aunque perdida. Permanecen en la espera, como si esta fuera la única situación razonable.
Por lo tanto, son dos las metáforas sobre la humanidad:
- Pozzo y Lucky representan la humanidad política caracterizada por la dominación. La humanidad está esclavizada y dormida (no sabe que ha dejado de vivir lo humano).
- Vladimir y Estragón simbolizarían la espera de una salvación vaga. Sería la única salida, débil, a la situación de dominació
Fábula con mensaje actual
Setenta años después de su estreno, la obra sigue comunicando un mensaje actual.
- Habla de algo que permanece en el tiempo, de que el ser humano mantiene una identidad estable a lo largo de la historia. Sus anhelos, sus problemas, los tipos de conflictos… son básicamente los mismos siempre.
- Habla de la circunstancia social, que siendo diferente se parece mucho a la problemática de la que trata la obra. Por ejemplo, la problemática entre guerra y comercio de la que habla Brecht y que comentamos en otra ocasión, es perenne en sus grandes rasgos.
Ha cambiado, culturalmente hablando, el espectador medio en estos setenta años? Si las referencias básicas son distintas, si las vigencias sociales son diferentes, la escucha, la lectura, la comprensión de la obra también será diferente. Si el ángulo de apertura cambia, el significado sugerido por la metáfora puede ser captado de manera diferente desvelando aspectos nuevos, algunos de ellos, no previstos por el autor.
Si en el ambiente secularizado que vivimos la referencia religiosa es casi invisible, la interpretación tradicional religiosa que el mismo Beckett parece que no quiso dar, no va a emerger. ¿Ayudará esta obra a despertar el anhelo de salvación? Y, por lo tanto, ¿ayudará esta obra a dar nombre a la situación necesitada de salvación, sea la salvación de la injusticia, del aburrimiento o de ambos? La intención es hacer despertar al espectador (algo muy propio del gran teatro del siglo XX). Pero con una característica importante: el foco no ilumina ninguna tierra prometida.
Si le damos la razón a Becket, si admitimos que caracteriza bien la situación del ser humano contemporáneo, nuestro autor refleja de manera magistral un nihilismo que calificaría de “débil”. Injusticia, aburrimiento, salvación que no llega… son los signos de esa falta de “gran relato” omnicomprensivo. Vivir a la intemperie es lo que nos queda. Y queda la amistad. ¿La obra, por lo tanto, afirma que la existencia humana es absurda? Creo que, de manera fuerte, no. Queda el compañerismo, el anhelo de un bien que salve… Pero sí afirma la intemperie, la falta de suelo.
Pero, ¿el mundo, nuestra sociedad, es tal como Beckett lo ve? ¿No hay más? ¿Todos estamos esperando a Godot de la forma en la que lo hacen los protagonistas? Creo que en nuestro mundo, en nuestras sociedades, sigue habiendo amistades fuertes, solidaridad, afán de justicia, afán de verdad muy presente en la ciencia y en otros ámbitos… Sigue habiendo religiones que son ofertas de sentido, sigue habiendo conciencia de que hay acciones intolerables que jamás deberían darse. En el fondo, creo que Beckett apunta a esto.