Jorge Guillén: «Homo» y «El pan nuestro» (1960)

En la entrada anterior comenté el poema Mientras el aire es nuestro, primero de los tres que sirven de prólogo a Aire nuestro, libro en el que Jorge Guillén reunió toda su poesía. Son tres poemas escritos en agosto de 1960 y en los que expresa convicciones importantes presentes en su obra poética: una fuerte afirmación del vivir, del ser humano y de la poesía. En esta entrada comento los otros dos: Homo y El pan nuestro.

    HOMO

    Remotos los rumores

    Del magma primigenio,

    entre las tentativas

    Que apuntan hacia el éxito

    Surge sobre la tierra

    Bárbara algún esfuerzo

    De criatura digna

    De animar en su cuerpo,

    Barro para las manos,

    Una fuerza de fuego

    Que labora.

                Confuso,

    Discorde forcejeo

    Sin fin.

            Es muy difícil

    Vencer a los espectros,

    Convertir en más luces

    Tantos instintos ciegos

    Mientras está flotando

    Bajo el sol del océano

    La posibilidad

    De ser -ya más, ya menos-

    Hombre de veras hombre,

    Libre, sí, todo incierto.

El tema central de este poema, como marca el título del mismo, es el ser humano. La perspectiva desde la que lo trata es singular, ya que se sitúa en el origen, en la etapa anterior a su aparición en una naturaleza descrita como caos. El poema tiene un tono general mítico al realizar la reflexión poética en el marco de la creación del cosmos, que parece gravitar en sus impulsos primordiales hacia la aparición del ser humano como culmen de lo que existe.

La expresión “tentativas que apuntan hacia el éxito” da a entender que el dinamismo de la naturaleza está orientado hacia un fin culminante. Es un proceso hecho de tentativas, de impulsos que no tienen descanso: “forcejeo sin fin” nos dice el poeta. Son impulsos que en sí mismos son ciegos: la naturaleza no sabe hacia dónde apuntan esos instintos. Pero sí apuntan a algo, ya que aparece la idea de éxito que habla de logro, difícil de alcanzar. Como si todo el proceso adquiriera sentido con la aparición del homo.

La referencia a Prometeo

Prometeo y Atenea crean al primer hombre, Taller romano, ©Museo Nacional del Prado

Guillén hace referencias al conocido mito de Prometeo para poner nombre a su visión del ser humano. Esta historia se ha revisado y citado muchas veces a lo largo de nuestra tradición, lo que explica su presencia cultural actual así como el hecho de convertirse en modelo explicativo de lo humano y de la cultura. Son varios los autores que recogen esta historia ya presente en la cultura griega, lo que explica que haya variantes. Y son las diferentes interpretaciones hechas las que han ido destacando diversos acentos y subrayados.

En una de estas versiones, la de Apolodoro, Prometeo es el titán creador del hombre a partir del barro y el agua. Con Hesíodo, Prometeo se presenta como benefactor de la humanidad porque roba el fuego de los dioses para dárselo a la humanidad y así poder trabajar y crear civilización.

Hay más aspectos importantes en el mito que los tenidos en cuenta por Guillén en este poema: el engaño de Prometeo a Zeus, los castigos subsiguientes, el papel de Pandora o Epitemeo, la noción de sacrificio… Guillén se centra en la aparición del ser humano sin  referencias al “crimen y castigo” presentes en el mito. La no mención de lo negativo, el engaño y los castigos, da al poema un tono positivo y casi festivo. Aparecerá el homo, que con su fuego y libertad culmina y da sentido a la naturaleza que intenta, con esfuerzo, dar de sí hasta el logro culminante. La cultura y la ética humanas son vistas como la plenitud de lo real, el “éxito” hacia el que apunta todo.

La visión del ser humano: trabajo y libertad

La novedad humana es una “fuerza de fuego que labora”. Esta es la mención más clara a la historia de Prometeo mencionada. La vinculación del fuego y el trabajo está realizada con el modelo del quehacer artesanal que incluye la idea de técnica y de arte, ambos, fruto de la inteligencia. El fuego, uno de los elementos básicos de la naturaleza para la mentalidad antigua, es un elemento imprescindible para la vida humana y para la industria. Se puede mencionar aquí la película En busca del fuego (Jean Jacques Annaud, 1981) que trata muy bien la importancia del fuego para la vida humana en esa plausible reconstrucción imaginativa de la vida humana en la prehistoria.

El fuego ha sido también símbolo de la inteligencia. El quehacer técnico, la labor, es obra de la razón, la mayor fuerza del ser humano. El trabajo se perfila como una de las notas definitorias del ser humano. A través de su inteligencia, el ser humano crea cultura. A la cultura, Guillén opone en el poema la naturaleza «bárbara» siguiendo aquí también la oposición del pensamiento clásico.

Pero no hay solo razón en el ser humano. Lo que más le define según la estructura misma del poema, es la libertad y el carácter inacabado del ser humano. Con la razón aparece la luz: “convertir en más luces» dice Guilén. La luz también hace referencia aquí a la libertad. El logro de la tentativa no solo se manifiesta en el trabajo que implica la razón sino, sobre todo, la libertad. Tras los “instintos ciegos», la luz de la libertad, aparecerá como el culmen de lo real.

Guillén asocia la libertad y lo incierto en el último verso del poema. La mayor grandeza que nos permite afirmar que de verdad aparece el ser humano (“hombre de veras hombre”) está unida a la pequeñez de lo incierto en la vida humana. Esta oposición de tono pascaliano, nos habla también del hecho de que la vida humana, que se define por la libertad, se define, por lo tanto, por la posibilidad ligada a la elección. Si somos libres es porque podemos elegir entre posibilidades. El ser humano no solo es trabajador y racional, sino un ser moral. Su vida no está determinada, hecha, dictada, marcada. Es libre. Por eso está por hacer, por completar. Pero eso es algo incierto ya que estamos en el ámbito de lo posible.

El tono general del poema transmite la idea de un movimiento incesante. Este trabajo se puede entender, por lo tanto, en un sentido muy amplio: el juego de un niño en que que también hay tentativas de éxito, la actividad misma de crear un poema, la vida bulliciosa de una gran ciudad llena de dinamismo… La libertad sería una especie de explosión, gozosa en la incertidumbre, en su carácter de apertura. Todo lo balbuciente se da en el ámbito del esfuerzo y la posibilidad, siendo la libertad, que hace del Homo algo incierto, el éxito al que apuntan las tentativas realizadas con esfuerzo sin fin.

Aunque el tono general, como decía arriba, es el del mito, el de lo primigenio, lo religioso no aparece aquí. ¿Por qué no hay mención a lo divino en este poema? No hay combate entre el titán que se acerca a la humanidad llevando su causa y Zeus que luego le castigará con crueldad. No hay una afirmación de la autonomía del ser humano que se separa de lo divino para ser él mismo. Como decía arriba, está no referencia da al poema un tono y significación propias en las que domina lo positivo de la realidad humana, plenitud de lo real.

Jorge Guillén, en ABC

EL PAN NUESTRO

                Cuando el pan ementamos, todo lo ál complimos (Berceo)

Hacia un posible más allá del caos

Van los días del hombre valeroso,

Y emergiendo de brumas y vahos

Sueñan, inventan en tensión de acoso.

El tiempo se enriquece, se desgasta,

Y entre azar y desorden indomable

La mejor invención será nefasta,

Y el loco será entonces quien más hable.

Mientras, la realidad sin voz desea

Ser en concierto perspectiva humana.

Si se logra ese quid, hasta la fea

Visión da aire de triunfo a la mañana.

 

Aquí mismo, aquí mismo está el objeto

De la aventura extraordinaria. Salgo

De mí, conozco por amor, completo

Mi pasaje mortal. Vivir ya es algo.

 

Una fuente incesante de energía

Fundamenta el suceso: cada hora.

Prodigio es este pan de cada día.

Luz humana a mis ojos enamora.

El primer poema de este prólogo, y el título de la obra entera, nombran el “aire nuestro”. Ahora Guillén nos habla del “pan nuestro”. Aire y pan, dos elementos fundamentales para la vida de todos (“nuestro”). El poeta habla de la condición humana general cuando utiliza el pronombre «nuestro». No habla en estos poemas de una mera vivencia personal, sino que tiene carácter de universalidad.

La cita que abre el poema pertenece a la obra de Berceo que lleva por título El sacrificio de la misa (estrofa 259).

La cuarta petición que nos a Dios pedimos,

la vida es el cuerpo sin la cual non vevimos,

tod el comer nombramos cuando el pan decimos:

cuando el pan ementamos, todo lo àl complimos.

Para la fe cristiana, la expresión “pan nuestro” pertenece a su oración mayor, el “Padrenuestro”, y saber que el verso de Berceo pertenece a una obra de tema eucarístico nos hace relacionar el pan con el cuerpo de Cristo. La mención del pan, a diferencia del aire del primer poema, va a tener de entrada una significación simbólica. «Pan» significa, en primer lugar, alimento básico, alimento sin más. La referencia eucarística habla del pan como “alimento del alma”, alimento de la vida de fe. Por lo tanto, “pan” hará referencia al alimento imprescindible para el ser humano en la totalidad de su ser. ¿Qué tipo de pan es alimento fundamental del ser humano?

Como en el anterior poema, Guillén subraya el carácter dinámico de la naturaleza que realiza tentativas, “da de sí” como diría Zubiri. En este poema Guillén expresa la idea de ir a más. Los días del hombre “inventan en tensión de acoso”, como dice en el primer cuarteto. «Tensión» y «acoso» califican este movimiento que queda descrito como un movimiento fuerte, dotado de determinación. No en vano, el hombre es calificado de “valeroso». Y por este movimiento se sale de la bruma, se alcanza la claridad.

Jorge Guillén, en su casa de Velintonia, en Madrid. ABC

Una clave citada en los dos primeros cuartetos que permite ir profundizando en el significado del poema es el uso de la palabra «invención». Inventar es la obra del hombre valeroso que sueña, la obra que permite alcanzar la claridad y el orden, salir del caos, como dice en el primer verso.

Pero esta invención, para superar el azar y el desorden, debe alcanzar el concierto con la realidad. Esta, no tiene voz, y desea, como nos dice Guillén, «ser en concierto perspectiva humana» . «Concierto» , «concertar» nos hablan de acuerdo, proporción, sinergia. En este concierto, la realidad alcanzará su plena capacidad de manifestación en la voz del poeta. Para que el hablar no sea el de un loco, la voz del poeta debe ser en concierto. Debe haber conjunción entre el impulso de la realidad que desea tener voz, y la perspectiva humana que revela a través de la palabra la identidad de lo real. Esta es la «aventura extraordinaria» del poeta: encontrar este concierto. Para ello debe salir de sí, realizar un movimiento de descentramiento, de contemplación de lo que es, de «conocimiento por amor».

«Conocer por amor» es una expresión densa en sugerencias. Guillén menciona un tema clásico al unir conocimiento y amor. La tesis clásica más repetida afirma que solo se ama lo que se conoce. Acercándose más a la mentalidad platónica, Guillén parece decir lo opuesto: solo se conoce lo que se ama, el amor es luz que permite conocer. Este es el movimiento propio del vivir que nuestro poeta siempre afirma. Así «completa su pasaje mortal» .

La voz de la misma poesía es el alumbramiento, la luz que logra el concierto. La palabra poética es el pan de cada día, aventura extraordinaria, prodigio. Esa invención realizada como acto de conocimiento por amor con el que alcanza el «quid», el concierto deseado. Esta invención poética es el pan nuestro. Con la lectura del poema, el pan de la poesía se hace nuestro. La lectura también es invención iluminante, verdadero alimento, fuente incesante de vida.

image_pdfCrear PDF de este artículoimage_printImprime el artículo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio