“Nostalgia”, de Tarkovski (1983) (1)

Nostalgia («Nostalghia»,1983) es la sexta película dirigida por Andrei Tarkovski, prestigioso cineasta ruso considerado como uno de los grandes directores de cine del siglo XX. Autor de siete películas, murió en París poco después de terminar la última (Sacrificio), en 1986, a los 54 años, tras padecer un cáncer.

Oleg Yankovsky en Nostalgia, 1983. Fotograma de la última escena.

Nostalgia es la primera película rodada fuera de la URSS, en Italia, con el permiso de las autoridades de su país. Durante su vida profesional sufrió las trabas puestas por los responsables estatales del cine: no aprobación de guiones, retirada de permisos de distribución de sus películas, calificaciones bajas que afectaron a esa distribución… A pesar de ello, el prestigio internacional era muy grande. Esta película ganó tres premios en el festival de Cannes, aunque las autoridades soviéticas impidieron que le otorgaran la Palma de oro, razón por la cual decidió dejar definitivamente su país. (Pueden verse más datos sobre esta película aquí).

En 1984 reunió en un volumen diversos escritos con el título Esculpir en el tiempo. Reflexiones sobre el arte, la estética y la poética del cine (Rialp, Madrid, 2000 -5ª ed.-). En sus escritos reflexiona sobre su visión del cine y del ser humano ofreciendo una mirada muy rica en matices. Las citas de Tarkovski están sacadas de este libro en el que en uno de sus capítulos nos habla de esta película (pp. 225-238).

La película narra el viaje de Gorchakov (Oleg Yankovsky) que viaja con una intérprete,  Eugenia (Domiziana Giordano) a Italia, a la Toscana. El propósito del viaje es estudiar la vida de un compositor, Pavel Sosnovski, que también viajó y vivió unos años en Italia en el siglo XVIII. Se establecen, por lo tanto, dos paralelismos biográficos: entre el compositor y el personaje protagonista y entre los dos y el mismo Tarkovski. Los tres dejan su lugar natal para trasladarse a Italia. El músico al que hace referencia la película existió en realidad: se trata de Maksyim Berezovski (1745-1777) de quien se puede escuchar aquí un bello ejemplo de su música.

Planos largos y conexión emocional

Nostalgia es una película repleta de planos largos pero no inmóviles: aunque la cámara muchas veces no se desplace, sí que se acerca o se aleja, sube o baja. Estos planos le permiten al director mostrar con detalle el paisaje, las expresiones de los personajes, cuidando el encuadre, el color, la luz… La película tiene un tempo lento que se une a otro rasgo llamativo: pasan pocas cosas, aunque a veces, de primeras, no se sabe bien lo que pasa, si hay unión argumental entre los distintos episodios. ¿Qué nos quiere contar el director con esta forma de hacer cine?

Debo decir que la acción externa, las intrigas y la conexión entre los acontecimientos no me interesan para nada. (…) Lo que realmente me preocupa es el mundo interior de las personas (p. 228).

Estas palabras de Tarkovski expresan con claridad su intención, y reconocemos al ver la película que, efectivamente, es lo que hace. Es una película que, fundamentalmente expresa un estado de ánimo,  la interioridad del protagonista, de Gorchakov. Acostumbrados a otro estilo de cine, una película como esta se nos hace lenta, y nos parece rara.

Su cine, él mismo lo dice, es lo contrario al cine de aventuras. Muchas de las películas que nos gustan cuentan historias donde pasan bastantes cosas y lo hacen con un ritmo muy ágil. Las películas de acción, del oeste, las más famosas de ciencia ficción (exceptuando 2001: Una odisea del espacio, claro), las de romanos, las de robos y policíacas… “Tiene un ritmo trepidante que no deja descansar al espectador”, “es un chute de adrenalina”, son frases comerciales con las que pretenden atraernos. La diversión, el estar absorbidos por lo que pasa en la película, el sentir esa emoción, ese nerviosismo que comunica la historia, es algo, normalmente agradable. Montajes rápidos, efectos especiales muy llamativos, hacen del cine un gran espectáculo visual y auditivo.

Andrei Tarkovski

No todo es adrenalina. Están las lágrimas y las risas, las películas “románticas”, los dramas, las comedias, los melodramas… No tienen tanto artificio y no son tan rápidas, pero pasan bastantes cosas y comunican al espectador una serie de emociones que comparten con los protagonistas.

La gran diferencia de esta película con estos géneros citados, es lo que dice Tarkovski. Aquí apenas hay acontecimientos que formen una intriga que capte la atención del espectador. Pero en lo que no hay diferencia es que esta película, como todas las demás, provoca un estado emocional en el espectador. Si lo que queremos es divertirnos, en el sentido usual de la palabra,  esta película aburre. Pero si uno conecta emocionalmente, esta película atrapa y puede llegar a impactar.

Hace falta una predisposición, muchas veces matizada por las expectativas, que module nuestra apertura ante una película. Todos lo hemos vivido: no cualquier película es para cualquier momento, como no lo es una novela de tal género, leer poesía… Pero creo que sería una pérdida que “nunca” fuese el momento adecuado para ver una película como esta. La fuerza de los hábitos puede ser muy grande. Y si estamos acostumbrados a ver películas de determinados géneros, nos podemos perder otras realizaciones de este arte (y de cualquier otro) que nos hagan pasar un buen momento y pueden ayudar a conocernos mejor.

Sobre el sentimiento de la nostalgia

Es poco frecuente que podamos saber el origen exacto de una palabra que designe un sentimiento. En 1688, un médico suizo, Johannes Hofer, creó esta palabra para designar un tipo concreto de enfermedad que sentían algunos pacientes. La palabra reúne el significado de regreso (nostos) y dolor (algia). La palabra designa un tipo concreto de tristeza, el dolor triste que se siente al vivir el deseo fuerte de volver a un  lugar o situación querido para nosotros y que ahora echamos en falta. El diccionario de la Real Academia recoge este significado citando dos matices: la pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos, y la tristeza melancólica originada por el recuerdo de dicha pérdida. Es un sentimiento que se puede vivir con mucha intensidad, lo que conlleva la pérdida de gusto por la vida presente y, con ella, la pérdida de motivación y la consiguiente inacción. La diferencia con la melancolía sería que en esta no hay lugar concreto al que volver, no hay recuerdo de algo positivo. La nostalgia, por lo tanto, es un deseo doloroso de regresar; es la vivencia triste de una ausencia, de una carencia. Sería lo opuesto a la alegría nacida de la presencia de lo amado.

¿Y qué es lo amado lejano y perdido cuyo recuerdo despierta la nostalgia? Un lugar (la patria, el hogar), la compañía de seres queridos, una edad pasada (“tuve una infancia feliz”…), son los tipos de bienes más mencionados. Hay una nostalgia más informe, la que Steiner denomina “nostalgia de absoluto”, que recuerda a Platón: nuestra verdadera patria es el Mundo de las Ideas del que caímos, siendo el eros el dinamismo hacia ese bien pleno al que queremos volver. Esta nostalgia se acerca, otra vez, a la melancolía entendida como anhelo de lo infinito que nada caduco satisface.

Pedro Salinas lo expresó bien en Seguro azar (18)

Sube una lenta nostalgia

no de luna, no de amor,

no de infinito. (…)

Yo quería hablar de la forma rusa de la nostalgia (p. 225).

Fotograma de Nostalgia (1983) de Tarkovski

Los sentimientos también se modulan culturalmente y como seres sociales, participamos de esas maneras comunes de sentir. Conocemos la morriña y la saudade, palabras que no podemos traducir por los matices semánticos que sabemos que contienen y que no tienen correspondencia en castellano. Tarkovski nos dice que los rusos no se saben adaptar bien a ambientes sociales distintos a los suyos porque mantienen lazos muy fuertes que los unen a sus raíces. El protagonista, aquejado por esta lejanía recuerda a su familia y a su hogar. Estos recuerdos, también sueños, están presentes a lo largo de la película en escenas rodadas en blanco y negro que se intercalan en la historia presente. Un recurso claro en su significado y con el que se nos hace partícipes del sentir de Gorchakov. La pesadumbre de la nostalgia halla en el blanco y negro de sus recuerdos y sueños, y en los planos lentos presentes en toda la película, un  modo de expresar adecuado.

(…) mi objetivo principal, que era reflejar el estado de una persona que llega a estar en contradicción profunda con el mundo y consigo mismo, que es incapaz de encontrar un equilibrio entre la realidad y la armonía deseada, que vive, pues, esa nostalgia que surge, no solo de su lejanía física respecto de su patria, sino también de un luto global por la integridad del ser (pp. 228-229).

La expresión “luto global por la integridad del ser” tiene un significado impreciso de difícil comprensión. Parece que nos quiere comunicar que hay algo que ha muerto, algo fundamental para su identidad personal, algo cuya lejanía le hace perder la armonía con su entorno, le hace estar roto por dentro. No solo es nostalgia de su familia y su país; esa nostalgia despierta algo más, algo indefinible que tiene que ver con lo humano, con esa “nostalgia de absoluto” mencionada antes.

Esta nostalgia es un “estado aplastante y sin salida” (p. 226), porque no puede comunicar sus impresiones y vivencias a personas cercanas y unirlas con su pasado. Gorchakov “ha perdido completamente su órbita” (p. 226), o sea, no gira alrededor de un centro, está a la deriva, desorientado.

Además de la intensidad de la nostalgia que vive el protagonista, llama la atención la descripción de la nostalgia como desconexión con el entorno que provoca la falta de armonía (algo parecido pasa con el aburrimiento). En la nostalgia se sufre una ruptura con los demás con quienes no se puede comunicar y compartir su vida, sus vivencias, debido a la lejanía. Pensando en nuestro mundo, a pesar de las actuales capacidades de comunicación que alivian esta lejanía gracias a los teléfonos con los que podemos ver y oír, la compañía física sigue siendo necesaria. Los otros sentidos cuentan, sobre todo el tacto: abrazarse, darse la mano y mil formas más. Pasar el tiempo juntos, también haciendo cosas distintas, compartiendo el mismo espacio o esperando estar juntos tras una breve separación.

Y es una ruptura con su pasado. Pasado personal enlazado al pasado comunitario que forma parte de la identidad personal. Somos nuestro pasado (también nuestro futuro y nuestro presente). Somos quienes fuimos en el sentido de que hay una continuidad que se mantiene en el tiempo (soy la misma persona que fui) pero también en el sentido de la experiencia acumulada, recordada, que va dejando un enorme poso de vivencias con sus interpretaciones y asociaciones afectivas. Ese pasado está ligado a uno o varios lugares históricos, ese lugar al que se quiere volver. No solo es la compañía lo que se echa de menos; es el lugar en que se vive. La lejanía provoca en el protagonista no poder unir sus vivencias a su pasado “del que depende hasta la última fibra de su ser” (p. 226). Este pasado no solo es el recuerdo del hogar, también puede ser la patria, el pasado de la comunidad histórica a la que pertenecemos. Ese lugar común es también el suelo donde arraiga nuestra identidad, sin referencia al cual puede ser que uno no se comprenda. No solo es el hogar, es la tierra propia.

Continuará esta reflexión en la próxima entrada.

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