«Ahora sí, antes no» (2015): la importancia de lo casual y de las pequeñas decisiones

Ahora sí, antes no es una película surcoreana de 2015 dirigida por Hang Sang-soo. En sus películas (ya ha dirigido unas veinte) hay muchas conversaciones rodadas en planos largos y con una fotografía clara, límpida. Películas pequeñas en apariencia, sin argumentos épicos, que van entrando en la psicología de los protagonistas con parsimonia y que se ven con agrado.

Ahora sí, antes no (2015) - Filmaffinity

Esta película es un ingenioso ejercicio de imaginación sobre las posibilidades vitales. Es una película que son dos porque cuenta la misma historia dos veces. En la segunda, percibimos pequeños cambios en las palabras, en los gestos que provocan un desarrollo diferente de la historia, dando lugar a dos argumentos diferentes en su desarrollo y sobre todo, en su desenlace.

El argumento es sencillo. Un director de cine (encarnado por Jung Jae-Young) es invitado a dar una clase sobre su cine tras proyectarse una de sus películas. Llega un día antes del evento por equivocación, y conoce a una chica (Kim Min-hee, actriz presente en varias de las películas de Hang Sang-soo). Hablan, comen, pasean… Tras el visionado de su película, él da la clase y se despiden. No llega a dos días el tiempo de lo que se nos cuenta. La película cuenta dos historias posibles de un único día, no un mismo día repetido como en la famosa Atrapado en el tiempo (El día de la marmota) de Harold Ramis (1993), o una variante simpática de la anterior, la que lleva por título Cincuenta primeras citas (Peter Segal, 2004).

Imaginación vital

En la vida real no se dan estas oportunidades, no podemos vivir la misma historia dos veces. Lo vivido ya está vivido. El pasado es necesario en el sentido de que no se puede cambiar. Pero como nos recuerda Julián Marías, el sentido del pasado sí es revisable. Cada uno de nosotros podemos hacer diferentes relecturas de nuestras vidas. Va cambiando la edad, pueden cambiar las convicciones y, por lo tanto, los criterios de lectura de la propia vida. El sentido del pasado que se descubre puede cambiar y, por lo tanto, la asunción de ese pasado también para, desde ahí, proyectar el futuro de manera diferente. Esa posibilidad de relectura es muy humana.

Por otro lado, en la vida real utilizamos la imaginación para explorar posibilidades vitales. Este uso tiene que ver con el futuro como ingrediente de la deliberación sobre qué hacer. Este ejercicio de imaginación puede versar sobre cosas pequeñas que ya están casi en nuestra mano. ¿Qué hacemos esta tarde? ¿Vamos a este sitio, a este otro?  En una situación tan cotidiana como esta nos puede asaltar una pregunta. ¿Cómo será el porvenir, el futuro a medio plazo? ¿Influirá en mi futuro la opción que tome sobre qué hacer esta tarde?

Normalmente nos hacemos esta pregunta ya en el futuro y cambiando el sentido de la cuestión cuando vemos que algo imprevisto, no buscado, fue muy importante en nuestras vidas. ¿Qué hubiese pasado si hubiese elegido la otra opción? Como elegí la que elegí, te conocí y… Como perdí el reloj, llegué tarde y… Muchas de las cosas que hagamos seguramente serán intrascendentes en este sentido. Pero hay algunos hechos que comienzan una cadena que lleva a resultados significativos. Pueden ser cosas pequeñas: vi ese cartel y me matriculé en ese curso de fotografía que despertó una pasión, una afición… Empecé a fumar y eso hizo que… En realidad las consecuencias de nuestros actos son incalculables, es decir, no las podemos calcular.

La importancia de algunos hechos es fácil de detectar. Hay una escuela, una rama de la historiografía que se dedica a esto. La llamada “historia contrafactual”. ¿Qué hubiese pasado si los nazis hubiesen ganado la segunda guerra mundial? Tal vez sea esta la pregunta más estudiada. ¿Qué hubiese ocurrido si los Reyes Católicos le hubiesen dicho que no a Colón y a su proyecto de viaje a las Indias? Y otras más pequeñas: ¿qué hubiese pasado si X no hubiese ganado las elecciones o hubiese ganado por mayoría absoluta? Se trata de investigar, de preguntarse (de manera bastante especulativa) sobre la relevancia de los acontecimientos históricos. ¿Qué hechos provocan giros en las trayectorias sociales? ¿Cuáles son verdaderamente influyentes? ¿Influyen hechos particulares o influyen otro tipo de fuerzas que al final impondrán su lógica? Son preguntas interesantes para una filosofía de la historia, para una filosofía política. Más allá de los libros académicos, este ejercicio de imaginación ha sido realizado por la ficción cinematográfica y literaria. La serie The man in the high castle de 2015 explora la posibilidad de una victoria alemana en la segunda guerra (basada en una novela de Philip K. Dick de 1962) por poner un ejemplo.

Lo casual, lo previsible

Pero más allá de los acontecimientos sociales de gran relevancia histórica para los países y que a todos nos afectan, están los acontecimientos personales, individuales, los que influyen en nuestras vidas particulares y que no tienen trascendencia social. ¿Qué hubiese pasado si no hubiese ido a esa cena y no te hubiese conocido? Y tantas otras cosas. A  nivel individual, parece que muchos hechos decisivos pueden ser, en principio, banales. Esta problemática, de la que somos en realidad bastante conscientes, es la que explora la película.

Vivimos aquí porque un día nos equivocamos al coger el desvío mientras íbamos en coche y descubrimos este lugar… Estudié esta carrera porque vi una película que… Parece que lo casual es importante. Algo que no dominamos influye en nuestras vidas. Algo muy pequeño puede provocar el cambio de una trayectoria vital. ¿Pasa con todo? ¿Mi vida va a cambiar porque esta tarde me ponga un pantalón verde o uno azul? Seguramente no. Pero…

La palabra “futurible” designa lo posible, lo que puede ocurrir en el futuro sobre todo, como recoge la RAE, si se da una condición determinada. ¿Qué futuro se seguirá si escojo A?, ¿cuál si escojo B? El término “futurible” también se ha usado para designar un futuro posible si se hubiese dado un pasado distinto (como lo mencionado antes sobre la “historia contrafactual”).

Forma parte de nuestra vida el contar con lo previsible. Si voy de paseo o me quedo en casa esta tarde, puedo estar bastante seguro de que mi vida no va a cambiar. En la vida humana se da un juego entre lo previsible y lo imprevisible sabiendo que no dominamos la importancia relativa de cada uno de los dos factores. Si todo fuese previsible en nuestra vida, lo sería porque todo es necesario. No habría lugar para la novedad, la creatividad, la libertad. Son previsibles los eclipses, las mareas y tantas otras cosas, no los hechos humanos. Si todo fuese imprevisible en nuestras vidas no sabríamos a qué atenernos, todo sería inseguro. Pero existen los efectos buscados, las rutinas, los hábitos, las convicciones… que dotan de orientación a la vida. Son factores de estabilidad.

Referido a la vida humana podemos pensar sobre este asunto de una manera no tan determinista. Muchas veces hemos pensado que nuestras vidas, en sus rasgos generales, ya están delineadas. Un ejemplo: siendo bastante joven puedo pensar/imaginar que estudiaré una carrera, me casaré, tendré una casa… El lugar social que ocupe, los modelos sociales, los sueños de nuestros padres… marcan unas expectativas. Eso que se espera de nosotros hace algo previsible el desarrollo de la vida. Y eso nos gustará o no. Me puedo identificar con ese “mapa vital” o puedo querer rebelarme contra él. Si es lo segundo, lo que se quiere es poder elegir por sí mismo, no vivir la vida tal como ha sido marcada por los demás.

Volvamos a la película. Era algo imprevisto, no querido, el llegar un día antes. Es casualidad el que al pasear por la ciudad, dado que tiene tiempo libre, conozca a una chica con la que comienza una conversación. Ya en esas conversaciones, pequeñas decisiones marcan rumbos distintos. Eso parece decirnos esta película. La ficción permite explorar estos posibles futuros donde las decisiones marcan trayectorias diferentes.

Fotogramas de la película Ahora sí, antes no (dos versiones de la misma situación)

Historias de amor

Uno de los argumentos básicos de la literatura, el cine, la televisión… Las historias de amor con sus casi infinitas variantes han sido imaginadas por las novelas, poemas, obras de teatro y películas a lo largo de siglos. Es una de las realidades básicas de la vida humana y es una realidad que nos gusta contemplar en todas estas historias recreadas, imaginadas. Asistimos a otras vidas, a otras historias. Muchas veces, esas obras apelan a nuestros deseos como en esas grandes historias de amor donde se viven sentimientos muy intensos, donde los protagonistas pasan por enormes dificultades y donde el amor triunfa. Aquí hay mucha épica. Según personas y etapas de la vida, estas grandes historias conectan con sueños (o los forjan). En su comparación, la vida real parece más gris, no tan “emocionante”.

Fotograma de la película Ahora sí, antes no

Esta película tiene un argumento “pequeño”. No tiene la épica romántica de Cumbres borrascosas (Emily Brontë, 1847, con sus numerosas versiones cinematográficas) o la de Lo que el viento se llevó (Margaret Mitchell, 1936 y su icónica versión para el cine) por poner ejemplos muy conocidos. En esta película, Ahora sí, antes no, la historia es más pequeña como decía, más “normal”, más parecida a la que pueden vivir el conjunto de espectadores. Muestra las torpezas de los protagonistas, las pequeñas o grandes mentiras, la timidez inicial, las decepciones… Narra la ilusión y la decepción, la fragilidad de las relaciones amorosas que comienzan. Narra la diversidad de situaciones vitales que viven los protagonistas antes de conocerse y cómo influyen en su relación.

Lo que aporta la película a este argumento perenne es la doble versión de la historia. Ver lo contingente, lo casual como ingrediente de la vida humana. Y el valor no calculado de las pequeñas decisiones en los comienzos de una historia. La presencia de lo imprevisible, la apertura de un futuro que no está determinado de entrada.

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