Begin again es una película realizada en 2013, escrita y dirigida por el irlandés John Carney, autor también de Once (2011) y de la excelente serie de televisión Modern love (2019/2021). Cuenta con dos actores protagonistas de renombre: Keira Knightley como Gretta James y Mark Ruffalo como Dan Mulligan. Una película “pequeña”, que se ve con agrado y que cuenta con una presencia protagonista de la música con un total de 16 canciones.
Gretta James y su pareja, cantante, se trasladan a Nueva York. Él ha tenido éxito con sus canciones, muchas compuestas por ella, y hace una gira promocional sin ella, manteniendo una relación con otra mujer que le acompaña en la gira. La pareja se rompe. Dan Mulligan fundó con un amigo una empresa discográfica innovadora, abierta a nuevos valores. Tras romper su relación matrimonial, su productividad baja mucho. Encuentra a Gretta James mientras esta canta una de sus canciones y juntos grabarán un disco fresco, con muy pocos medios, en plena calle…
Sobre las canciones
Dice el diccionario de la Real Academia: canción es una composición en verso, que se canta, o hecha a propósito para que se pueda poner en música. En principio, por lo tanto, la canción es la letra escrita para ser cantada. O sea: la letra se canta, cantar es la forma de leerla. Para eso, lógicamente, hace falta escribir también la música que formará una unidad con la letra.
Ese texto que se canta tiene carácter de poema (en verso o prosa). Normalmente se lee poesía de una manera diferente a como se lee un texto en prosa: se recita, se declama… decimos. El ritmo del poema, la rima, si la hay, la concentración expresiva propia del lenguaje de la poesía… todo apunta a una musicalidad inherente a la misma letra, al mismo lenguaje poético. El acto de recitar poesía, por lo tanto, participa del canto. En la música clásica tenemos otro intermedio entre habla y canto: los recitativos de óperas y oratorios, que son musicados, pero que se acercan al habla. Como hoy con el rap, estilo de canción que aparece también en esta cinta.
Hay un momento en la película en la que la protagonista compone una canción con la que quiere expresar su dolor por la separación y que mandará a su ex-pareja para decirle lo que no dijo en su día: su visión de lo que pasó, lo que le supuso, su dolor, su rabia… . Lo que hace es escribir una poesía: un texto en verso, un poema. En la película lo que parece algo costoso es escribir ese texto. Luego, ella y un gran amigo, ponen música al texto con una asombrosa facilidad.
De los trovadores medievales a estas canciones de hoy se ve una clara continuidad. La canción es un género musical presente en las diferentes culturas y tiempos. Su enorme presencia se debe a que conecta íntimamente con algo muy humano de lo cual es expresión.
La musicalidad es una de las propiedades humanas: seguimos el ritmo, nos gusta cantar, algún tipo de música… Y el lenguaje forma parte de la definición clásica de lo humano (animal dotado de logos). Un uso peculiar se da cuando conecta íntimamente con la música. Lo poético hace referencia a una expresión concentrada y certera orientada a conectar con la intimidad del lector. Lo afectivo se hace muy presente en la poesía. Lo poético no necesariamente habla del yo de quien escribe (hay poesía narrativa, reflexiva…), pero sí se dirige al yo del lector. En este sentido poesía y música tiene una afinidad grande ya que ambas conectan fuertemente con la afectividad.
Al ser expresión concentrada y certera que busca una forma plena, la buena poesía es bella (sabiendo que hay muchas formas de belleza) y, normalmente, alusiva, evocadora. En mi opinión, las letras de las canciones en esta película no son, precisamente, excelentes. Pero sí está clara la finalidad, el papel que juegan. Las canciones son vehículo privilegiado de comunicación por un lado, y de expresión que configura la misma experiencia de la poeta, por otro. Las buenas canciones comunican y expresan los sentimientos e ideas con acierto.
La música, actividad vital
Por otro lado, el co-protagonista, productor musical, pone en la película el acento en lo musical de la canción. Todo está orientado a grabar un disco “auténtico”: los intérpretes son sinceros, disfrutan con la música, no hay concesión alguna a lo comercial aunque el disco es un producto que se quiere vender… La película es, en gran parte, un repertorio de canciones que se cantan en distintos contextos, siendo algunas de ellas las que se graban en ese futuro disco.
Esta película no es un musical clásico a pesar de la fuerte presencia de las canciones. Estas canciones forman parte del mismo argumento como tales canciones: se componen, se cantan, expresan cosas… No son una manera alternativa al hablar como en los musicales clásicos. En estos, además, los personajes se ponen a bailar. Aquí no. Aquí, la música es una actividad importante en la vida de los protagonistas, y como tal se cuenta.
No conozco el mundo de las empresas discográficas. Son negocios, sí. Por lo tanto, el interés comercial tiene que estar muy presente. Pero la oposición tan neta entre lo comercial y la autenticidad de los ideales de la juventud, siendo real en ese mundo con toda seguridad, está presentada con bastante simpleza en esta película. Todo en la película es un poco simple: el dibujo psicológico de los personajes, de las situaciones… Pero, a la vez, la película funciona muy bien. Aunque los personajes y las historias tengan poco relieve, cuentan algo verdadero.
Empezar de nuevo
El título de la película hace referencia a una situación humana básica. Cuando estamos en una situación de aprendizaje, por ejemplo, empezar de nuevo algo que nos ha salido mal es un hecho habitual. Para persistir en el empeño de lo difícil hace falta determinación y fortaleza. El fracaso revela nuestra limitación e impotencia, y su efecto emocional puede llegar a ser superior a la fuerza de voluntad y al deseo de alcanzar la meta. Empezar de nuevo, en el sentido de reanudar, habla de querer seguir queriendo a pesar de lo costoso, a pesar de los errores.
En la película el fracaso es algo más complejo que el que se da en un proceso de aprendizaje de una destreza. Aquí tiene que ver con el truncamiento de proyectos de vida ilusionantes, significativos, valiosos; con las dificultades de la relación de pareja y del ejercicio de la profesión. El productor ha caído en la crisis por causa de la ruptura de su matrimonio y porque su creatividad fuera de los márgenes tiene poco lugar en la compañía. En estas situaciones, hay una presencia fuerte de la traición en la película. Hay infidelidad en la vida de pareja y se es infiel al ideal con el que se empezó un proyecto profesional y artístico. Esta infidelidad se presenta en la película como una carencia de autenticidad, como falsedad y traición a algo muy importante en la vida, a esas decisiones iniciales que dan lugar a trayectorias vitales que van definiendo las vidas. A la vez, está la autenticidad de los que luchan por su trabajo, de los que se mantienen fieles a la relación.
La película comunica el atractivo de las ganas de vivir, de volver a intentarlo. Transmite la idea de que los ideales no tienen por qué perderse. La película, como decía antes, puede tener varios rasgos de simpleza, pero no por eso es falsa. No desistir en los empeños primeros es una actitud deseable y real en este mundo. Además, muestra que “empezar de nuevo” no es solo reanudar. Empezar de nuevo una relación, una actividad (musical, aquí) que pasa por la crisis, obliga a replantearse ese sueño inicial. Empezar de nuevo exige muchas veces hacer un replanteamiento para reanudar.
Empezar de nuevo puede ser, y así pasa también en esta película, que la persona tome la decisión de no reanudar, sino de empezar otra etapa vital, tras el replanteamiento que exige la crisis.
Aunque es mucho más fácil hablar de ello que vivirlo, la crisis es ocasión para no caer en el posible empobrecimiento que la costumbre puede ocasionar en los ideales de los comienzos. La crisis puede ser ocasión para reafirmarlos con nuevos bríos y comprender esos proyectos a los que no se quiere renunciar con nuevos ojos, con el saber que da la experiencia.