El rey pescador («The Fisher King») es una película dirigida por Terri Gilliam en 1991. Con guion de Richard LaGravenese, fue confiada por la productora a este director después de pedírselo a otros, llevando a cabo una excelente versión muy valorada tanto por el público como por la crítica.
Dos son los protagonistas, Robin Williams como Parry, y Jeff Bridges como Jack Lucas. Este tiene como pareja a la premiada por esta actuación Mercedes Ruehl (la vitalista Anne Napolitano en la película). Les acompaña Amanda Plummer, la apocada Lydia Sinclair, de quien se enamora Parry.
Basada en una historia del ciclo artúrico que ha tenido muchas versiones, la película narra los procesos de sanación personal de los protagonistas enmarcados en sendas historias de amor. Jack Lucas se siente profundamente culpable por sus actuaciones radiofónicas que fueron ocasión para que un perturbado matara a varias personas en una cafetería. Este sentimiento de culpa causa un deterioro grande en su vida: deja el trabajo, deja de vivir como un rico, hasta llegar a querer suicidarse. A pesar de ello convive con una mujer vital, alegre y paciente que ve en él posibilidades que ni él mismo percibe.
Entre las víctimas de la cafetería está la mujer de Parry que muere ante sus ojos y que le causará una ruptura psicológica atroz. Sale de un estado de catatonia paralizante sufriendo una pérdida de cordura que le lleva a vivir en la calle. Pero en este estado encuentra una misión: robar lo que cree que es el “Santo Grial” que está en una mansión de Manhattan y que ve en una foto de revista. A la vez, encuentra a una mujer que se nos describe como tímida y torpe y de la que se enamora. Perseguir esos dos objetivos será un camino de sanación para Parry.
Y también lo será para Jack. Su sentimiento de deuda es tan grande que querrá ayudar a Parry a alcanzar esos dos propósitos para así encontrar lo que llama la “redención”, la liberación de la culpa a través de un trabajo de reparación. Creo que está bien visto en la película que en este proceso el protagonista vive dos fases.
La primera. Consigue junto a su pareja Anne que Parry y Lydia establezcan una relación, creyendo así haber saldado la deuda. Encuentra cierta tranquilidad, quiere volver a su vida anterior dejando de manera ingrata la relación con Anne.
La segunda. Su conciencia le hace volver junto a Parry para robar el Santo Grial. La escena final de los dos protagonistas expresa la apertura al otro de Jack, clave de su proceso de sanación, que se expresa en la amistad vivida con Parry. Este le enseña a vivir a Jack con sus ideales y su corazón puro que transformará interiormente al antiguo locutor lenguaraz. Transformado, será capaz de amar a Anne.
Excesos, extremos y contrastes
El exceso es el tono más visible de la película. Todo es excesivo en ella: la forma de hablar del pendenciero locutor (Jack) al comienzo de la película; el que haya un asesinato masivo, una violencia tan irracional. Por otro lado, la locura de Parry que sufre alucinaciones narradas con brillantez en ese exceso visual del caballero rojo amenazante. Estas escenas expresan los márgenes de la cordura, las situaciones en la que las medidas humanas se desvanecen.
Además de los excesos, los extremos. Un extremo es el intento de suicidio, como extrema es la violencia de algunos jóvenes contra los pobres que viven en la calle, y extremo el contraste acusado entre pobreza y riqueza (muy buena presentación del “cuarto mundo”). Llevar hasta el extremo posibilidades humanas de comportamiento (malas en este caso) guarda cierto aire de familia con los excesos citados arriba.
Todo ello aporta tono y estilo a la película que se concreta en contrastes muy netos. Se da un contraste muy neto entre la crueldad excesiva y la pureza de corazón de los protagonistas (la de Jack más costosa de alcanzar). Hay un contraste muy fuerte entre las situaciones vitales de los protagonistas, contraste entre la vitalidad de Anne y Parry y la muerte en vida, moral en el caso de Jack, y social en el caso de Lydia. Estos contrastes se atenuarán al final de la película, pero hasta entonces juegan el papel de motor dinámico de las historias contadas, como tantas veces ocurre en el cine.
Un cuento
El tono de “cuento” está muy marcado en la película. Hay una presencia constante de un muñeco de Pinocho y, claro está, todo el tema del Grial que lleva al director a darnos una visión de Manhattan diferente, como un Camelot contemporáneo.
¿Qué entendemos por “cuento”? En principio, una narración relativamente corta. En este sentido, se parece a lo conocemos como “relatos”, narraciones también cortas del que muchos literatos son maestros (Cortázar, Faulkner, Borges, Aldecoa…). La brevedad tiene la ventaja de que su lectura (o audición en el caso del cuento) dura poco tiempo. Una historia completa y breve.
En los cuentos hay una presencia fuerte de lo fantástico, de lo irreal. Hay muchos animales que hablan en los cuentos, hay seres que no existen en el mundo real y que pueblan esos mundos de ficción. Lo irreal también se ve en los hechos ya que en los cuentos (fantásticos, de hadas) les ocurren cosas fantásticas a seres fantásticos. En los cuentos se hace presente lo maravilloso, lo extraordinario, que es un claro fruto de la imaginación y que despierta la imaginación de los que escuchamos las historias. Los personajes y argumentos extraordinarios siempre han tenido un fuerte poder de encantamiento. Lo saben muy bien los niños: los cuentos son divertidos. Y gusta escucharlos una y otra vez, incluso sabiéndose la historia en sus detalles.
En su literalidad, los cuentos son falsos: los animales no hablan. Eso lo saben hasta los niños. ¿Por qué cuando nos hacemos mayores pensamos que los cuentos son solo para niños? Como hemos adquirido algo de espíritu crítico, lo dejamos para la infancia, tiempo de imaginación. Nosotros, mayores, vivimos en la edad de la razón, pensamos. Esta presentación está algo simplificada, pero creo que hay algo de verdad en ella. Asociamos la imaginación a la infancia, y la razón (con suerte) a la mayoría de edad. Pero ya sabemos que las dos son necesarias en la vida en todas las edades.
Por otro lado, los cuentos nos enseñan con sencillez una cosa importante. Hay narraciones con un doble nivel semántico muy claro donde no se confunden los dos niveles de discurso. O sea, son falsos a nivel literal, pero muy verdaderos en el nivel profundo al que apuntan. Los cuentos son verdad porque expresan de manera imaginativa y muy clara estructuras antropológicas y existenciales propias de la condición humana, presentes en todas las culturas y épocas.
Por eso, este tipo de narraciones se presta muy bien a ser vehículo de educación moral. Parece que muchas historias tienen carácter de fábula sobre la condición humana y las situaciones vitales básicas. Las problemáticas básicas son comunes a todos los humanos, y los cuentos conectan con esas situaciones básicas. Esa es una razón por la que el mismo cuento (variaciones sobre la misma historia) está presente en diversas culturas y que se hagan versiones diferentes del mismo cuento en la misma tradición cultural dado su perenne valor.
El Grial presente en esta película simboliza lo más valioso y puro. Alcanzarlo y custodiarlo tiene sentido y se puede convertir en la misión de una vida. Esto conecta con los deseos profundos del ser humano encontrando en lo valioso y puro la medida que colma nuestros afanes. La película complementa esta búsqueda con la historia de amor. Sin ello, correría el peligro de ser una búsqueda solipsista. El amor es la verdadera medida del ser humano, le saca de sí librándolo de un autocentramiento excesivo. La ayuda que presta para realizar la misión de encontrar por otro el Grial es también una forma de amor (la leyenda del rey pescador, de un rey herido que necesita la ayuda de otro para realizar la misión).
Narcisismo y sacrificio
El guion de El rey pescador surgió como una reacción del guionista Richard LaGravenese hacia los ochenta, a la que consideraba, «una década muy fea, así que quise hacer algo sobre el narcisismo y el sacrificio.» Y con esa idea escribió su primer guion (cita tomada de aquí).
El contraste profundo que da sentido a la película, ciertamente, es el que se da entre narcisismo y sacrificio. Como sabemos Narciso es ese bello joven que rechazaba cruelmente a algunas enamoradas (entre ellas Eco de la que quedó solo su voz) y, como castigo, su vida consistió en contemplar su imagen, lo que más quería antes, hasta que al final se suicida. Son dos las notas que caracterizan este tipo de carácter: el placer que encuentra en la contemplación de sí mismo hasta el engreimiento y que esta contemplación, aislada de los demás, se viva como castigo. La primera parte es en la que más nos fijamos, ya que es la actitud que define a Narciso antes del castigo. La autorreferencialidad, el egocentrismo, el individualismo, el gozar de la potencia de la vida que lleva a la autosuficiencia. La medida del querer es el propio yo, el deseo de sí.
El personaje del locutor se gusta a sí mismo. Tiene éxito, es hábil en lo que hace. La crisis de culpa le lleva a lo contrario, a no apreciarse a sí mismo. Ha visto su fealdad interior. Cuando quiere reparar el mal hecho, llega un momento en que quiere volver a su vida anterior. Pero la transformación ya ha empezado. Es ahora cuando al mirarse a sí mismo ve una figura que no le gusta. Es en la apertura a los otros cuando él va a alcanzar su verdadera figura, y en la que encontrará la paz. Es en el sacrificio por el otro donde encontrará sentido.
La palabra “sacrificio” la usamos habitualmente para designar la realización de una acción costosa que busca conseguir un bien mayor. Lo costoso puede ser pequeño, como un cansancio físico no muy grande, o algo mayor como poner en riesgo la salud, el buen nombre… Y el bien mayor puede ser una simple dieta (aunque aquí usar la palabra “sacrificio” es banalizar bastante), o el bien mayor del otro.
La primera labor de reparación que realiza Jack (juntar a Parry y Lydia) no es especialmente costosa, pero sí es un proyecto que le hace salir de sí, sí es un cierto bien mayor. Pero robar el “Santo Grial” ya supone un riesgo mayor, y lo hace porque su amigo cree que es el verdadero Grial.
El sacrificio, o sea, el realizar algo que persigue un bien mayor, es romper la imagen narcisista de quien cree que su yo es lo más valioso en su vida. Si creemos esto, seguramente creeremos que los demás también pensarán así. Y la convivencia se convertirá en una lucha por preservar los privilegios, en un no preocuparse por la suerte de los demás. Esa pérdida de horizonte de sentido que permite medir la validez del deseo provoca que el narcisista no sepa desear, que suspenda el deseo (puede verse este artículo de Béjar). Como decía Lasch,
El narcisismo no se identifica con la autoafirmación, sino con la pérdida de la identidad. Hace referencia a un yo amenazado por la desintegración y por la sensación de un vacío interior.
Es el bien mayor por el que merece la pena luchar, lo que da sentido, lo que saca al sujeto de su centramiento excesivo, lo que educa el deseo. Parry es generoso teniendo poco, la suerte de los demás le afecta. Eso llama mucho la atención. La amistad y el sentimiento de deuda harán que quiera su bien, y al perseguirlo, se transformará su corazón a imagen del de Parry, Anne y Lydia.
Para profundizar en el tema del cuento, puede verse este artículo.