Educando a Rita es una película británica dirigida por Lewis Gilbert en 1983. Basada en una obra teatral homónima de Willy Russell, estuvo protagonizada por Michael Caine en el papel de un profesor de literatura, y por Julie Walters en el papel de Rita, la alumna.
Es una película de factura sencilla y que se ve con agrado. Cuenta la historia de Rita, una peluquera, casada y sin hijos, que no satisfecha con su vida decide ir a estudiar literatura a una universidad abierta. Allí, un tutor le va guiando en sus estudios, en la preparación de un examen de grado. La relación que se establece entre los dos protagonistas, los cambios en sus vidas, nos hablan de temas importantes que pueden llevar al espectador a plantearse temas vitales. Creo que hay una desproporción entre los temas tratados y el tono de la película, muy cerca de la comedia, que puede engañar. Por otro lado, la película juega con algunos tópicos que simplifican el tratamiento de los temas, pero no por eso deja de plantear interrogantes y temas de gran interés aunque no tiene un desarrollo dramático que esté a la altura.
El punto de partida: la insatisfacción y el deseo de vivir
Los dos protagonistas viven una gran insatisfacción. El profesor la manifiesta a través de una gran apatía en su labor como docente. No parece que los alumnos le importen, alumnos que tienen más interés en aprender que él en enseñar. Bebe mucho, da mal las clases, mantiene una relación sentimental muy pobre con una compañera de trabajo que, a su vez, le engaña. Maduro, sin ser mayor, se encuentra atascado. Se nos dice que fue poeta, pero que ya no escribe. Esa parece ser una razón fundamental de su apatía: una vocación no proseguida, no realizada de manera exitosa.
Por otro lado, Rita. Vive en un barrio humilde. Es peluquera. Está casada con un hombre con el que parece llevarse bien, aunque ambos viven una insatisfacción personal grande que obtura su proyecto matrimonial. La confrontación latente se manifiesta respecto al querer tener un hijo. Para Rita un hijo se interpondría en la realización de un deseo más hondo que lo expresa al afirmar que quiere saber quién es.
Quiero descubrirme por dentro.
Esta es la afirmación fundamental y que explica su motivación profunda. Esta misma idea es reforzada cuando cuenta conversaciones típicas de la peluquería donde las clientes quieren lucir un nuevo aspecto pretendiendo ser así otras personas. A lo cual ella, con sensatez, responde que
para ser otra hay que cambiar por dentro.
La insatisfacción es el reverso de un deseo de autoconocimiento, de una realización personal que se centra en la adquisición de cultura y, con ella, del atisbo de una nueva sensibilidad, de un ser de otra manera. Experimenta la vocación a ser ella misma, a desarrollar su yo. Es una vocación de personalización, de crecimiento. La película narra la búsqueda de una vida más plena ya que vive estancada y quiere salir de su entorno para desarrollarse. Eso va a suponer cambiar la trayectoria vital marcada de antemano en sus grandes rasgos.
Ella va a luchar por encontrar respuesta a la pregunta que le anima a estudiar. Tendrá que vencer dificultades: su ignorancia de base es grande, es mayor que sus compañeros estudiantes con los que a veces se junta, su marido que acepta en principio que lo haga, luego se opondrá. La sensación que transmite durante la película es de que está despierta, de que quiere vivir, de que quiere luchar. En contraposición, el profesor parece estar dormido, parece haber renunciado a vivir porque ha renunciado a crecer. Dos actitudes opuestas. Ella le conducirá al deseo de vivir y se irá estableciendo una amistad enriquecedora para ambos, tal vez, especialmente para él. Es interesante que la historia no desarrolle una historia amorosa que la haría aún más tópica. Esa trama hubiese hecho descarrilar la intención de la película.
Uno de los temas de fondo que plantea es, por lo tanto, el de la vocación personal, ingrediente fundamental de la vida humana. Percibir esta vocación es experimentar la exigencia atractiva de un modo de ser que alimenta el deseo de vivir. Y es en el seguimiento de esa vocación como se encontrará respuesta a la pregunta “¿quién soy yo?». La respuesta a la vocación es la respuesta a la pregunta sobre la identidad personal: soy quien está llamado a ser.
Rita parece vivir cierto complejo por no haber estudiado. Estudiar, desarrollar sus capacidades intelectuales, es uno de los nombres de su vocación -muy universal, por otra parte-. Que el estudio sea de literatura, siendo algo tópico, facilita mucho el tratamiento del tema ya que la literatura trata de historias y emociones humanas. El análisis antropológico de las historias y poesías es el modo de análisis literario más mencionado, aunque no faltan referencias a lo formal con su ingeniosa definición de “asonancia” o con su respuesta al problema de la puesta en escena de una obra de teatro. Con las respuestas de Rita, ingeniosas y llenas de sentido común, se nos dice que la mirada no técnica puede ser certera en el análisis de lo literario en comparación con sus doctos compañeros de estudios. Algo tópico esto también, pero no deja de tener su parte de verdad.
La poesía y el teatro hablan de nosotros, del alma humana. Conocer el alma de los personajes creados por los grandes literatos permite conocer mejor la condición humana universal. La literatura le va a enseñar recorridos y posibilidades vitales nuevos, nuevas formas de sentir, de actuar. Durante toda la película está presente la idea de la ampliación de horizontes vitales. Y ante ellos, la insatisfacción primera que da origen a su decisión de estudiar se revela con más nitidez, como estrechez que angustia.
Este planteamiento me recuerda una escena de la película Angie (con Geena Davies) dirigida por Martha Coolidge en 1994. Angie vive también en un barrio “popular”. Junto a una amiga visita un museo, símbolo de esa cultura a la que nunca había accedido porque parece que eso no va con el modo de vida de su entorno. Ante un cuadro de Cézanne, Los jugadores de cartas, se ve reflejada a sí misma. Es su retrato. En ese momento cae en la cuenta de su insatisfacción. El cuadro le revela su situación, con la que querrá romper también.
Volvamos a nuestra película. Tras romper con su marido, Rita alquila una habitación y convive con una mujer con la que comparte ideales, gustos y un nuevo trabajo. A su amiga le gusta Mahler, cuyos discos pone a todo volumen en la casa. Cambia así de estilo de vida, más artístico, lo que parece ser más acorde con sus anhelos.
Pero esta amiga y compañera sufrirá un percance gravísimo tras el que le expresará con sinceridad su honda pena. Debajo de ese estilo de vida y de la aparente alegría, está la soledad. Detrás de todo ello “solo me tengo a mí”. La soledad, la falta de un tú, es expresión también de una vocación no alcanzada. Es la tristísima expresión de su pena. Esta película parece decirnos que hay pena e insatisfacción en muchas personas.
Elegir por mí misma para responder
Rita se plantea si hacer el examen en esta situación de desolación. Como más tarde dice, quiso elegir. Y eligió que sí , que lo haría. Rita da mucha importancia a este hecho desvelando una dimensión muy importante de su crecimiento personal. Elegir, tomar decisiones por sí misma con las que pueda alcanzar aquello que desea, con las que dar una trayectoria elegida a su vida y no seguir una senda marcada por sus orígenes o por lo que se espera de ella.
Elección y vocación son categorías fundamentales para explicar el proceso de personalización, de desarrollo personal con el que dotar de una figura nuestra existencia. La vocación hace referencia a experimentar una llamada a vivir de una determinada manera, una solicitud que despierta un hondo deseo. Habla del carácter de respuesta de nuestra vida.
Y aquí, se sintetizan la pasividad y la actividad que definen la vida humana: desde fuera me llega una solicitud a vivir (pasividad) que exige una respuesta, una decisión (actividad). Las decisiones, las elecciones son la parte activa. La elección es el polo de la iniciativa que se realiza en la senda marcada por el deseo despertado.
Pero la sombra de lo vivido con su amiga acecha. En esta nueva etapa de su vida encuentra a personas afines y compañeros que la aprecian, hace amistad con su tutor. Ha seguido su camino aunque está algo sola. De todas formas, la película mantiene siempre su tono optimista: el futuro es abierto, hay muchas posibilidades.
El profesor
Su proceso vital está menos delineado en la película. El encuentro con Rita, con su vitalidad y su sentido común, le van a despertar, aunque el avance vital es menos rectilíneo. Sí despierta su vocación a enseñar, por lo menos a ella. Pero su comportamiento errático le llevará a romper dos relaciones importantes. Con la Universidad, que al final se ve obligado a dejar, y con la mujer con la que mantiene una relación estable que ya se nos describe como pobre desde el principio de la película. La película acaba con un futuro abierto para él: empezará a trabajar en otro lugar, mejorará su aspecto, tal vez se reencuentre con su vocación de poeta. El contacto con la vitalidad de Rita le ayudará a reconducir su vida.
El paradigma de Pigmalión
El mito de Pigmalión está presente en la película. Pigmalión era rey de Chipre y buscaba una mujer perfecta con la que casarse. Al no encontrarla, realizaba esculturas de bellas mujeres. Y se enamorará de una de ellas, Galatea, que cobra vida gracias a Afrodita.
Dentro de las versiones realizadas de esta historia, destaca en referencia a esta película la obra teatral de Bernard Shaw, Pigmalión (1913), popularizada por el musical (1956) y, sobre todo, por la película (1964), ambos con el título My fair lady. En esta versión del antiguo mito, un profesor de fonética enseña a hablar a una florista dando clases de dicción, moldeándola como mujer de alta sociedad. Pero las diferencias con Educando a Rita son relevantes ya que el profesor no moldea a Rita como si fuese una escultura. Tampoco al contrario. La influencia va a ser mutua, aunque la fuerza vital de Rita es mayor.
Más allá de las diferencias, la asociación a Pigmalión es acertada porque ambas historias hacen referencia al importante tema de la labor educativa. El educador no es un escultor que dé forma. Como mucho, siguiendo con la escultura, será capaz de sacar la forma que está escondida en la piedra como nos enseña Miguel Ángel. Rita necesita al tutor, necesita de su guía. Eso está bien visto en la película. Todo lo dicho sobre la elección no niega la necesidad de ayuda. Recorrer el camino de la humanización es una labor encuadrada en el ámbito educativo.
Excelente comentario y gracias por mostrarnos esta joya en la que el deseo de desarrollarse como persona y ser lo que uno mismo vislumbra puede ser, son el centro de la trama.
Muchas gracias.