«Song to song» (2017): el anhelo del amor

Song to song es una película de 2017 escrita y dirigida por Terrence Malick.  Malick es un autor peculiar, con una visión muy personal de los temas y con un estilo narrativo muy personal. Esta singularidad despierta reacciones encontradas ya que, por un lado, se le considera pretencioso y se llega a afirmar que ya no sabe hacer películas; en el extremo opuesto, Malick es considerado un maestro por su arte y por la profundidad de sus historias.

Confieso que yo me acerco a este segundo grupo. Sus películas son fascinantes, considero que su trabajo sobre el fondo y la forma son de gran altura. Fondo (contenido, significados contados) y forma (estilo narrativo, montaje…) son dos dimensiones que se distinguen pero que no se pueden separar. Se dan en correlación ya que el modo de narrar (tan singular aquí) aporta significación, y el argumento parece pedir, por otro lado, una forma de contar adecuada. La forma de contar es también fondo, y el fondo exige una forma.

En esta entrada me detengo en un recurso central en esta película: el uso de la voz en off que dota de unidad a la película y permite expresar el sentido profundo de la misma.

El uso de la voz en off

Malick utiliza este recurso con profusión. Los personajes nos cuentan de manera muy pausada sus pensamientos e ideas, sus sentimientos, sus deseos… Esa voz que acompaña las imágenes dota a la película de un tono de lirismo dramático, preciosista en el sonido de las voces y preciosista en el tratamiento de las imágenes y la luz.

El teatro clásico utilizaba el recurso del monólogo para que un personaje transmitiera a los espectadores sus pensamientos privados. Ahí están los famosísimos monólogos de Hamlet, por ejemplo. Estos monólogos nos dan un conocimiento más profundo de los personajes y su historia ya que nos cuentan sus motivaciones, su estado de ánimo, sus intenciones. No deja de ser curioso este artificio que muestra una gran diferencia con lo que vivimos y que aceptamos como regla válida en las historias contadas. En la vida real no accedemos a los pensamientos de los demás. Solo cuando nos los dicen con sinceridad. Teniendo en cuenta, además, que en el diálogo puede cambiar algo el pensamiento íntimo que, mantenido en el interior, está tan coloreado afectivamente hasta llegar a  convertirse en un pensamiento “que se siente”, en un sentimiento verbalizado.

En la novela caben también los monólogos aunque desde el Ulises de Joyce, el monólogo es un torrente verbalizado de conciencia un tanto caótico como reflejo de lo que normalmente ocurre. El recurso habitual de las novelas es el de un narrador que normalmente no es un personaje, y que nos dice lo que les pasa por dentro a los protagonistas. Cabe utilizar otros recursos, pero la posición del “narrador omnisciente” es una posición que también aceptamos como válida, todavía más que los monólogos. De hecho, en la vida ordinaria, también nosotros contamos historias sobre vivencias, acontecimientos que hemos vivido, que  nos han pasado. Y al contar una historia construimos la trama, escogemos los hechos a contar, vamos dando la interpretación de lo acontecido al hacerlo…

El cine utiliza el recurso conocido de la voz en off desde antiguo. A veces juega el papel de explicar la historia, de narrar para, así, resumir escenas. Otras veces es uno de los personajes el que nos habla explicándonos la historia. En Malick son pensamientos lo que oímos. Pero no es un monólogo clásico teatral. Las voces expresan ideas sueltas dichas con lentitud, con un tono de confidencia y de soledad sobre las imágenes que vemos y  que nos permite compartir  lo privado del personaje sin tener la sensación de realizar una invasión entrometida, sin que creamos que el personaje esté realizando un  testimonio público. Estamos a solas con el personaje y eso nos permite identificarnos afectivamente con él.

Protagonistas y ruptura narrativa

Los cuatro protagonistas, los que aparecen en el cartel, son Faye (Rooney Mara), Cook (Michael Fassbender), BV (Ryan Gosling), Rhonda (Natalie Portman).

Dominan los pensamientos dichos por Faye, verdadera protagonista, aunque no es la única que los transmite. También otros personajes lo hacen, dando una sensación coral intensa a la película. Este uso de la voz en off da a los personajes un papel relevante en la historia en ese momento y nos los acercan, estamos a solas con ellos en esos instantes. Aunque la protagonista es Faye, los demás se convierten en esos momentos en los otros protagonistas. En ese momento, ellos son los únicos, los importantes. Esto le da a la película un cierto aire de asimetría novedoso. Las historias normalmente tienen protagonistas y los demás son eso, los demás, los acompañantes. Casos como la novela  La colmena, de Cela (1951), son insólitos, relativamente excepcionales. Esta novela se construye como una sucesión de escenas sin un único centro. El resultado es un relato que se separa del modo habitual de narración lineal y con claros protagonistas.

Faye (Rooney Mara), BV (Ryan Gosling), Song to song (T. Malick 2017)

El protagonismo de un personaje otorga un centro a la trama que dota a la película (o novela) de unidad en el sentido de que la película o novela consiste en el contar la historia de. Aunque destaca Faye, la individualización de los otros tres personajes que también piensan y nos hablan en off les da en ese momento protagonismo, y de ahí la ruptura narrativa ya que aparecen otros centros. La unidad narrativa es compleja aquí. Se rompe la unidad clásica al no haber un protagonista único al ser la historia de varios, aunque domine uno. Es una historia policéntrica.

Desorden narrativo y unidad de sentido

El hilo narrativo de la historia que se cuenta es relativamente caótico. No sigue un orden temporal claro. Las escenas diversas del festival de música, el uso de las pelucas que desaparecen y reaparecen, las relaciones entre los personajes que a veces no sabemos si son pasadas o presentes… Este caos contenido parece venir dado porque es una película rodada, según se afirma, sin guión previo. Y de las ocho horas de imágenes rodadas, se escogen dos.

Los pensamientos dichos en off son claves para la comprensión del sentido de la película. Es ese sentido dicho, explicado, el que dota de unidad argumental a la película. No es una unidad narrativa, sino una unidad de sentido que Faye da a la historia con sus pensamientos. Por lo tanto, el caos narrativo de la historia vista no es tal si se atiende a la voz en off, que es la que da orden y sentido a la película.

Lo que esta película nos cuenta es algo sencillo e importante. La película nos cuenta el anhelo del amor que sienten los protagonistas, siendo este amor lo que da sentido a sus vidas.

La historia de Faye

Durante un tiempo solo quería sexo duro y salvaje. Estaba impaciente por experimentar algo auténtico. Nada era verdadero. Los besos no me hacían sentir la mitad de lo que debían. Necesitaba respirar.

Faye (Rooney Mara), Song to song (T. Malick 2017)

Así comienza la película, con estas palabras pronunciadas en soliloquio, en off (todas las citas estarán en cursiva y serán de sus pensamientos). Estas palabras nos hablan de angustia (no poder respirar), de la pérdida de sabor de la vida figurada en los besos. El sabor de la vida parece que se alcanzaría con experiencias fuertes que buscan lo auténtico de la vida. Es una buena forma de decir lo que para ella es una vida con sentido: vivir con autenticidad, con verdad, para así saborear la vida, para expandirse y respirar a pleno pulmón.

Si quiere experimentar algo auténtico es que parece no experimentarlo en esa etapa de la vida (los besos sabían a la mitad). Desde el inicio la protagonista constata que lleva un modo de vida que le angustia, y, a la vez, que busca algo más con una certeza de fondo que va a ir rescatando:

el amor nunca falla

nos dice también en otro momento.

Afirma que vive en una falsedad que experimenta al no poder saborear el amor, las relaciones, la vida.

Nada era verdadero.

Resultó no ser  auténtico el modo de vida que vivía:

creí que podíamos vivir revolcándonos, vivir de canción en canción, de beso en beso.

Lo mismo dice Cook, el personaje rico que afirma que las posesiones lujosas que enseña son pura apariencia.

Se lo dice a sí misma el otro momento:

la falsedad , el exhibirse. A lo mejor lo que te mantiene viva es este mundo salvaje.

Asocia la falsedad a la exhibición, un mostrarse falso, pura apariencia que no revela lo auténtico suyo. Esta idea de verdad es un dato central en esta película, la misma idea que expresa el protagonista de El fuego fatuo.

La autenticidad que buscaba no la encontrará ahí. La autenticidad, la verdad, será el amor correspondido.

Por primera vez lo supe. Todo surgió en esa hora. Ojalá durase para siempre.

Faye (Rooney Mara), Song to song (T. Malick 2017)

Estas palabras que las enuncia sobre un recuerdo de baile alegre hablan de un pasado: por primera vez lo supe. No sabemos cuál es el ahora de esas palabras que será posterior a lo narrado al final de la película. El recorrido no va ser sencillo ya que la relación amorosa pasa por varias crisis.

Soy una miserable. Soy como el fango. No lo reconozco. ¡Qué vergüenza! Todo ha cambiado. Ahora desconfías. Malgasté tu amor.

Y desde esa situación en la que reconoce su pobreza existencial

compasión era una palabra que no pensaba que necesitase o no tanto como otras persona

enuncia una de las palabras clave de la película:

Ven. Sálvame de mi corazón enfermo.

Es el otro, en la relación recíproca de amor, donde ella encontrará la “salvación” que por sí misma no se puede dar.

Era un nuevo paraíso. El perdón.

La apertura al otro, a lo que trasciende, es la vía de la verdadera autenticidad.

El mundo tiene una valla que lo rodea. ¿Cómo se atraviesa? ¿Cómo se conecta? Hay algo más, algo que quiere que lo encontremos.

Hay tres personajes más en la película que también nos hablan (aunque mucho menos), que también cuentan esta historia con muchos centros. En el montaje que redujo de las ocho horas disponibles a estas dos, optó por esta historia. Podrían haber salido otras en la que los otros tres (más el personaje encarnado por Kate Blanchet), nos narrasen otras historias, otros centros. Esta ha sido la historia de Faye.

Esto, solo esto

afirma Faye. El amor correspondido, que ha pasado por crisis, la autenticidad buscada. Palabras pronunciadas sobre un recuerdo de un momento de amor cuyo escenario es uno de esos impresionantes paisajes de Malick.

Faye (Rooney Mara), BV (Ryan Gosling), Song to song (T. Malick 2017)
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