Juan Gris (1887-1927) es uno de los grandes pintores cubistas. Nació en Madrid donde estudió en la Escuela de Artes e Industrias. Se formó en pintura en el taller de Moreno Carbonero y se traslada París en 1906. En esa época de efervescencia creativa en la capital francesa conoce a artistas, especialmente pintores y poetas, así como a críticos de arte. Es amigo de Picasso, Braque, Modigliani, Matisse… con quienes mantiene relación, muchas veces discontinua, a lo largo de su corta vida. Más estable y profunda es su amistad con el crítico Maurice Raynal y con el marchante Daniel-Henry Kahnweiler.
Realiza ilustraciones que se publican en medios gráficos de Madrid y París. Y desde 1911 pinta obras de orientación cubista, exponiendo en 1912 su Homenaje a Picasso a quien llamaba en sus cartas “maestro” y “amigo”. Ese mismo año une su vida con la de Josette Herpin con la que vive hasta su muerte en diversas localidades de Francia: París, Céret, Beaulieu, Boulogne-sur-Beaulieu… Muere el 11 de mayo del 27. Sufría fuertes ataques de asma y trastornos renales.
Se incorporó al cubismo en el período “sintético”, cuando este estilo ya había evolucionado desde sus comienzos rupturistas con Picasso y Braque. La opinión especializada común considera a Juan Gris un gran pintor y se repite el comentario sobre la necesidad de sacarlo de la sombra de estos dos grandes autores y no considerarlo un simple discípulo, sino un creador congenial. Además, Gris se mantuvo en la estética cubista hasta el final de sus días en la que quiso seguir profundizando.
Aunque vendió muchos cuadros, pasó largas temporadas de penuria económica. La editorial Acantilado publicó en 2008 un libro recopilatorio de 458 cartas junto a unos estudios que el pintor publicó en vida (las citas de Gris de esta entrada provienen de aquí). De muy desigual extensión y carácter, las cartas hablan de citas con amigos, datos de cuadros que vende, sus problemas económicos, reflexiones sobre el arte de la pintura… Entre sus estudios, destaca la conferencia pronunciada en la Sorbona en 1924 que lleva por título “Sobre las posibilidades de la pintura” donde resume su visión estética, base fundamental de su pensamiento sobre la pintura cubista.
Pasemos a ver algunas características de este estilo sobre el que Gris reflexionó también. En el libro de Herschel B. Chipp, Teorías del arte contemporáneo. Fuentes artísticas y opiniones críticas, Akal, 1995 (original de 1968), se encuentran muchos textos de las diversas corrientes pictóricas del siglo XX. Las citas, más allá de Gris, provienen de aquí.
Realismo de abstracción geométrica
El nombre “cubismo” hace referencia a la figura del cubo. Fue el crítico Louis Vauxcelles quien designó este estilo con este nombre, con sentido despectivo, en una crítica de una exposición con obras de Braque en 1908. La idea de los cubos en realidad se la transmitió Matisse que describió las pinturas de Braque como cuadros en los que hay “pequeños cubos”. Dice Vauxcelles:
Hace deformados hombres metálicos terriblemente simplificados. Desprecia la forma; reduce todo, lugares, casas, a esquemas geométricos, a cubos.
En 1911 expusieron como grupo en el Salon des Independants, el mismo año en el que Apollinaire consagró la denominación otorgando ya un carácter descriptivo al movimiento. Publicará en 1913 “Los pintores cubistas”, texto en el que se encuentra el conocido como “manifiesto cubista” (denominación no muy del gusto de los estudiosos).
Los pintores cubistas destacan la dimensión geométrica de los volúmenes de las cosas donde podemos “ver” triángulos, cilindros, esferas, rombos… Sacan a la luz el esquema geométrico de las figuras. Lo que puede ser el comienzo del dibujo al bosquejar las figuras simples de las distintas partes de lo retratado, es propuesto como figura final, como dibujo de lo representado. Parece una simplificación de la representación. A diferencia de ellos, el realismo naturalista añadirá los detalles con los cuales se representan las cosas en las obras más o menos como las vemos.
Ya con Cézanne tenemos la impresión de que las cosas no son del todo así. Con el paso del tiempo los distintos pintores e historiadores reconocerán a Cézanne (1839-1906) como el pintor que los inspiró a todos. Los volúmenes geométricos, tanto de las cosas naturales como de las artificiales (en este caso más claramente, por supuesto) están ahí. Pero es una abstracción. Abstraer es quedarse con un aspecto de lo real; aquí, lo geométrico. Las copas de los árboles se asemejan a esferas contiguas. Destacar esta estructura y proponerla como la representación visible al espectador es chocante. Nos gusta Cézanne, pero no vemos el mundo real así. Algo pasa.
Aunque las pinturas cubistas son figurativas, se dice a menudo que no son realistas porque no representan las cosas tal como las vemos. Aún así, pintan figuras reconocibles: cuerpos humanos, botellas, guitarras… lo cual nos permite afirmar que es pintura figurativa aunque lo hace de una manera no realista, no naturalista. No hay guitarras en el mundo como las que pintan los cubistas. En una carta a Amédée Ozenfant, 25 marzo 1921 (ed. cit. n. 322):
Ningún fabricante de vidrio podrá jamás fabricar ninguna botella o ningún jarro de los que yo he pintado, porque no tienen, ni pueden tener, ningún equivalente en el mundo de tres dimensiones. Solo pueden tener un equivalente en el mundo del intelecto. Y estos objetos, tienen, claro está, este equivalente porque usted mismo los describe como una botella de agua triangular, una botella oval o cuadrada, probando así que los ha entendido.
Juan Gris afirmaba que el mundo natural y el mundo pictórico no son el mismo mundo. Para el naturalismo sí lo son ya que concibe la pintura como imitación de la apariencia sensible de las cosas. El cubismo, el gran movimiento vanguardista en la pintura que lo cambiará todo, distinguirá netamente estos dos mundos. Seguirá siendo pintura figurativa ya que se basa en la apariencia, pero no es “realista” ya que realiza al pintar una abstracción geométrica de lo real.
Aunque representa las cosas de una manera no realista, no naturalista, en opinión de Juan Gris, es una estética que respeta la esencia sustancial de lo representado. Las esencias de las cosas pintadas no son abolidas cuando se pintan a la manera cubista. Es verdad que no se podrán construir en vidrio botellas para un uso normal como las pintadas en los cuadros cubistas, pero siguen siendo botellas que podemos reconocer como botellas. Es una “representación sustancial” en el sentido indicado.
Profundizando en esta idea, Juan Gris afirma que el cubismo quiere resaltar los elementos estables del mundo natural que se pintan. Y eso lo opone a la fugacidad de la impresión de los impresionistas, a la fugacidad de ese momento concreto, con esa luminosidad precisa, que los impresionistas pintan en sus cuadros. El cubismo se opone así a la idea de concebir la pintura como un pintar tal como vemos. De todas formas, el impresionismo pinta la impresión, o sea, destaca los elementos de la impresión fugaz. Ya decía Goya que vemos volúmenes en movimiento, por eso él pintaba como pintaba. El dibujo preciso, el color perfilado por una línea no se corresponde con el ver las cosas en movimiento. A pesar de ello, en el ver real, tampoco hay algo parecido a la pincelada impresionista, a esa descomposición de la luz en la que trabajan los pintores y con el que pretenden hacer ver al espectador la impresión del ver. En este sentido, el impresionismo tampoco es realista entendido como realismo naturalista, ya que parte de la naturaleza de lo visible, la luz y el color en este caso que se hacen visibles en los cuadros. También los impresionistas abstraen de lo visto alguno de sus aspectos.
Dos son los aspectos esenciales de lo visible: la luz y el color (el color es luz) por un lado, y la figura. Frente a la luz de los impresionistas, la geometría del cubismo, dos aspectos de la abstracción de estos estilos figurativos que resaltan en la representación dos modos de ser del mundo natural: la estabilidad geométrica para el cubismo, la fugacidad de la luz y el color para el impresionismo. Si lo visible es la luz y el color por un lado, y lo que vemos son también las diferentes figuras, las dos vanguardias son realismos abstractos ya que se fijan, abstrayendo, en uno de los aspectos señalados. Quieren resaltar un aspecto de lo visible y lo pintan. Pero aunque se acepte esto, la descomposición cubista de la forma o de la figura sobre la que trabajan es más chocante, se aleja mucho más de la forma natural de ver que el impresionismo.
El tratamiento de la perspectiva
Otro rasgo estilístico del cubismo es la eliminación de la ilusión de la perspectiva. El estudio y descubrimiento de las leyes de la perspectiva fue un hallazgo decisivo en el Renacimiento. Saber hallar el punto de fuga, reducir los volúmenes con precisión según se alejan de nuestra posición, estudiar cómo los colores también cambian según la distancia, etc., fueron formas de saber representar en un plano el volumen, creando la ilusión de las tres dimensiones de una manera muy eficaz y más precisa que en épocas anteriores.
Con el cubismo aparecen las figuras planas sin mayor referencia a su volumen. Eso se une a la desaparición de un único punto de vista. Como se suele afirmar, el cubismo descompone la figura, sobre todo en su primera etapa (“cubismo analítico”), y la representa desde distintos puntos de vista, ofreciendo así una forma de ver inédita, al ofrecer lo pintado como si fuera algo visto en sus distintas facetas y cada parte desde un punto de vista diferente. La paradoja está en que lo vemos desde nuestro punto de vista, el del espectador, que es un punto de vista único. Reunir en un único punto de vista varios puntos de vista, es introducir el tiempo y el movimiento que recorre con la vista los distintos planos y ángulos pero fijándolo en un solo plano. La multiplicación de los puntos de vista conlleva la anulación del mismo concepto de punto de vista, pero sirve para descomponer la figura según un criterio. Tiene un aire de cálculo matemático como lo tiene la música dodecafónica con sus estrictas reglas de composición.
Esta ruptura del volumen tal como lo vemos da a la pintura cubista su aire “cubista». Descomponer una figura supone resaltar los planos geométricos que configuran el volumen y resaltarlos en el plano. Aquí se aplica de una manera más clara todavía la tesis que afirma que el cubismo es un arte intelectual. Es una matemática, como tantas veces repite Gris. El cubismo, como dice nuestro autor, fue en su primera etapa “analítico” porque eso es lo que hacían los pintores: analizar intelectualmente el volumen para luego representarlo en un plano, rompiendo la perspectiva. Eso conlleva que lo pintado, sea una persona, unos cacharros de cocina, instrumentos musicales, o unas frutas, sean reconocibles pero con dificultad, a veces con mucha dificultad. Se obliga al espectador a una especie de reconstrucción imaginativa de la figura mientras observa el cuadro. Como si fuese un enigma a descubrir, una apelación a la inteligencia del observador.
El espectador quiere comprender lo que ve, y ese es el enorme poder de sugestión que tiene la pintura como afirma Juan Gris. Pero reconstruir el sentido de las figuras se convierte en una actividad exigente. ¿Qué tipo de “emoción pictórica” (expresión también utilizada por él) encuentra el espectador ante cuadros de este estilo?
En la siguiente entrada continuamos con la reflexión sobre las propiedades de este estilo y la visión personal de Gris del cubismo como estética.