Algunos planteamientos humanistas del cine de Zhang Yimou

Zhang Yimou es un reputado y prolífico director de cine chino nacido en 1950 (o 1951, según distintas fuentes). Su extensa filmografía cuenta con el general beneplácito de la crítica y público occidentales, además de ser muy respetado y seguido por los aficionados de China. Con Sorgo rojo (1988), ganó el Oso del Festival de Cine de Berlín. Otras películas suyas son La linterna roja (1991, comentada aquí),  ¡Vivir! (1994), Héroe (2002), La casa de las dagas voladoras (2004), Amor bajo el espino blanco (2010) o Las flores de la guerra (2011). 

En esta entrada quiero detenerme en otras tres de sus películas: Ni uno menos (1999), La búsqueda (2005) y Un segundo (2020), que tienen en común el gran esfuerzo realizado por uno de sus protagonistas para recuperar a una persona o para volver a tener una relación familiar que se perdió. Son películas humanistas y delicadas que hablan de las dificultades de la vida así como del valor  inestimable de las personas que, en determinadas circunstancias, se convierten en lo más importante para otras hasta el punto de dejar todo lo demás a un lado.

En los tres casos se da una situación límite que exige de los protagonistas una decisión que compromete el sentido de su acción, incluso de su vida. La tarea se revela difícil cuando se suceden los contratiempos, con lo que experimentan con fuerza la impotencia. Si no logran su objetivo, la sensación de fracaso será muy grande. Pero su determinación será mayor, ya que lo valioso que persiguen merece el esfuerzo necesario para conseguirlo. Lo valioso tiene que ver, sobre todo, con otras personas: el niño alumno, el hijo, la hija… No se trata de alcanzar un éxito personal, sino de cumplir con una responsabilidad en la que el carácter de deuda está muy marcado.

Ni uno menos (1999)

Ganadora del León de Oro de Venecia ese mismo año, está basada en la novela corta, Un sol en el cielo, de Shi Xiangsheng (1997). Ambientada en una zona rural de China en la actualidad, está interpretada por actores no profesionales, entre los que destaca Wei Minzhi que interpreta a un personaje con su mismo nombre (como pasa con los demás personajes). Wei es una chica de 13 años que va a un pequeño pueblo para ser profesora sustituyendo al titular que debe ausentarse por motivos familiares. Sin experiencia como docente, acepta ese trabajo para ganar un dinero. Le prometen un suplemento si consigue que ningún alumno deje la escuela. Uno de los chicos, Zhang Huike, se va a la ciudad a trabajar, y la profesora irá en su búsqueda. Con mucho tesón y la ayuda de los demás chicos de la escuela a los que irá enseñando matemáticas mientras hacen cuentas para los billetes de autobús, etc., llegará a encontrarlo dando a conocer su historia a través de la televisión. 

Wei Minzhi (en Ni uno menos, 1999)

La película trata un problema real en la China rural, y que se da en otras partes del mundo. Muchos niños dejan la escuela al contar las familias con pocos medios y verse obligados a trasladarse a ciudades, y/o a ponerse a trabajar para colaborar (algunos datos sobre esta problemática, aquí). En este sentido, la película juega un papel social en su país al facilitar la toma de conciencia de la ciudadanía sobre una problemática tal vez desconocida para la mayoría. La deserción escolar en el mundo rural es un fenómeno preocupante que trunca las posibilidades de desarrollo, tanto individual como social, de su entorno. Además del bien de la instrucción para el desarrollo de los educandos, valiosa por sí misma, invertir en educación es un bien útil: socialmente es rentable a medio y largo plazo ya que en el futuro contribuirán de forma más eficiente al desarrollo social y no se crearán relaciones de dependencia que haya que sufragar.

Es interesante recalcar este papel social del cine que se utiliza a veces para dar a conocer realidades desconocidas para el gran público. El cine tiene, por lo tanto, un papel documental e informativo importante. Ángeles sin paraíso (J. Cassavetes, 1963; reflexión aquí), es otra excelente película que, además de informar, provoca una reflexión sobre cómo destinar fondos públicos para una necesidad educativa especial, o sobre los modelos educativos necesarios. El oficio de aprender (F. Favrat, 2022; reflexión aquí) también trata el mundo educativo con alumnos con dificultades. 

Todas estas películas tienen otra característica común. Son películas inspiradoras. La historia de los personajes se muestra como ejemplar y deseable, y ayudan a querer crecer. Además, son un homenaje a la figura del maestro, del educador, que tanto bien pueden hacer, que tanto pueden marcar la vida de las personas. Una profesión, la de maestro, muy vocacional, que es ejemplo de entrega por los otros.

Wei Minzhi, la joven profesora protagonista, sufre una transformación personal en este proceso de búsqueda. Es una transformación de su motivación, ingrediente básico de la acción humana. Al principio, y es legítima por supuesto, la motivación es extrínseca a la situación del chaval que se va. Ella quiere, porque lo necesita su familia, el suplemento de salario prometido para que nadie deje la escuela. Pero, dada la dificultad de la búsqueda y del problema por el que se fue, “no salen las cuentas”. La inversión para conseguirlo es mayor que el beneficio prometido. Al final, la motivación es intrínseca a la acción que se realiza ya que el esfuerzo es por el chico al que buscan. Y para ello, logra involucrar a todo el pueblo. 

Si “no salvamos a uno de los nuestros”, parece pensarse, “no nos salvamos como grupo”. La pérdida de uno es una pérdida para el todo. Es común afirmar que la importancia del grupo es uno de los valores asiáticos tradicionales, algo, por otro lado, extendido en otras culturas. La solidaridad, la entrega y el apoyo mostrados recuerdan el concepto de justicia ubuntu que Sudáfrica diera a conocer al mundo al final del apartheid (reflexión aquí); o el auzolan o trabajo vecinal vasco, así como formas parecidas de otros lugares, por el que se ayudaba/ayuda a uno de lo suyos cuando era necesario o se colaboraba en el arreglo o construcción de algo común.

La búsqueda (2005)

Un hombre viudo (interpretado por Ken Takakura), pescador en el norte del Japón, recibe la noticia de que su hijo, con quien ha perdido la relación, está muy enfermo. Al enterarse de su hospitalización va a verle, pero el hijo no quiere hablar con él. La enfermedad truncó un proyecto documental que el hijo estaba realizando  sobre la ópera china Nuo, y su padre quiere completarlo como favor a su hijo. Visita China, las zonas rurales (no tan pobres ni mucho menos como en Ni uno menos). Aparecen muchas dificultades, pero su determinación para completar el empeño es muy fuerte.

La necesidad de reconciliación con los seres queridos, en este caso, con un hijo, puede llegar a ser muy grande. Lo que debería ser muy bueno, la relación familiar, se convierte a veces en algo pésimo, en una fuente de dolor. La ocasión de la enfermedad deja claro que el intentar la reconciliación es algo perentorio y apremiante para el padre y revela que tiene un fortísimo sentido de deuda. El esfuerzo y el documental serán un regalo, su manera de mostrar su amor por su hijo.

El padre va conociendo algo más a su hijo en medio de las dificultades de la grabación de la ópera. Parece que el padre lo daría todo por acabar la grabación, en el convencimiento de que eso hará feliz a su hijo. La felicidad del hijo se ha convertido en el proyecto personal del padre, lo cual es una buena forma de definir el amor. Aunque el padre  no lo busque por sí mismo, el hijo podría ver el esfuerzo en la realización de ese proyecto, y ese sería el verdadero regalo. El regalo no es tanto lo dado sino el hecho de dar, ese movimiento de salida de sí hacia el otro, ese querer acercarse que es valioso por sí mismo aunque la otra persona no se entere.

El carácter del padre, callado y firme, serio, unido a su mala relación con su hijo, revela la incomunicación como el problema principal. El padre vive aislado en una zona solitaria, y trabaja solo. Es parco en palabras con los guías chinos que le ayudan en su proceso de búsqueda y lo es, sobre todo, con su nuera, que de forma muy afable se acerca a él para informarle sobre el estado de su hijo. Ser persona de pocas palabras no define su incomunicación, sino el aislamiento respecto de su hijo que en su caso se produce, sobre todo, tras enviudar. Incomunicación como no saber tener un espacio común en el que vivir, en el que poder hablar. El padre no sabe qué decir, cómo expresar los propios sentimientos. Por eso se ve en la necesidad de hacer ese documental como forma de expresarlos.

Un segundo (2020)

A diferencia de las dos anteriores, Un segundo (2020) está ambientada en el pasado reciente de la “revolución cultural”. Un preso se escapa para poder ver en un cine de pueblo un documental donde aparece su hija, a la que no ve desde niña. La hija, ya joven, aparece durante un segundo sonriente mientras trabaja. Las peripecias para poder verla dominan la película que muestra cómo ese segundo de película parece haberse convertido en lo más importante para él.

El documental, donde se ensalza el buen hacer de los trabajadores de la China comunista, tiene un fuerte carácter de propaganda. Lo que a él le importa es ver a su hija de quien se siente orgulloso ya que parece haber triunfado en la vida siendo buena trabajadora. Y si ella ha triunfado, él también. Todos los esfuerzos habrán merecido la pena por ver esto, incluso alargar su prisión. Verla un segundo vale como muchos años. Ella está bien, ha crecido bien, es feliz. Así parece mostrárselo ese segundo de película. Con eso basta.

En el transcurso de la búsqueda de la cinta comprueba que todos los asistentes le ayudan a reparar una cinta dañada por un accidente, y entabla una amistad paterno-filial con la chica que le roba la película en primera instancia. Al comprender la importancia existencial que la cinta tiene para él le ayudan.

Esta película se ha comparado a Cinema Paradiso (G. Tornatore, 1988; reflexión aquí), con la que hay contactos argumentales, aunque la presencia del “cine dentro del cine» en la cinta italiana es mayor y más matizada. Las circunstancias históricas y sociales son diferentes en las dos, pero tienen en común que la proyección de la película se convierte en una ocasión de descanso y divertimento en la que todos los habitantes del pueblo pueden participar. 

Final

Ni uno menos, La búsqueda y Un segundo, son tres películas de corte humanista que narran los esfuerzos por alcanzar “lo único que importa” en ese momento dado. En las tres hay una búsqueda cuya meta es el sentido que alimenta el gran esfuerzo y la entrega de sí. Y esa meta es otra persona.

En la vida humana hay momentos en los que experimentamos que solo una cosa es lo verdaderamente importante. Los niños que regalan a sus padres algo que han hecho con mucha ilusión y a lo que dedican sus esfuerzos con la esperanza de que les guste mucho. Una situación angustiosa de peligro o carencia en la que lo único que importa, es sortear el peligro, sobrevivir, llegar a casa. Son situaciones positivas y negativas donde lo valioso se convierte en urgente y en una exigencia de responsabilidad ineludible que lleva al olvido de sí. 

image_pdfCrear PDF de este artículoimage_printImprime el artículo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio